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martes, 8 de mayo de 2012

38 SPECIAL



Mientras descargaba la vejiga en medio del limbo de un estado indefinible entre dormido y despierto, Roberto comenzó a recapitular con asombrosa precisión, el sueño que sólo esa urgencia biológica, apremiante e ineludible, pudo interrumpir en aquella fría y lluviosa madrugada de Enero.

Con el mismo impulso de zombi que lo llevó a caminar esos seis pasos hacia el baño, inició el camino de retorno a su cama  para  no bien acomodarse, proceder involuntariamente a retomar con preciso detalle y como si hubiera puesto “ pausa” y luego “play”, el extraño sueño que persistente lo había perseguido hasta el baño contiguo a su habitación.

Despertó como a las siete  aturdido y con la mente varada, como solía ocurrirle las raras veces que tenía que interrumpir su apacible sueño nocturno por alguna  urgencia de esa índole.

Durante el  desayuno, le sorprendió por lo inusual, una recapitulación meticulosa y  nítida del sueño que lo despertó en la madrugada y que luego continuó  hasta la hora de abrir definitivamente los ojos.  Inusual, porque por lo general rara vez recordaba sus sueños, y cuando lo hacía, muy pronto solían diluirse por completo, o casi por completo, con las primeras actividades de su rutina más elemental, como el desayuno  y el aseo de rigor.

El sueño fue más o menos así: (con todas las inconsistencias causales y espacio-temporales propias de los sueños) –
Soñó  que se encontraba en el pasadizo que comunicaba la parte principal de la casa de su bisabuelo, con un huerto enorme que parecía tener el tamaño de una manzana. Era una tarde gris y lluviosa, y a pesar de no ser más de las tres pm., la escasa luminosidad semejaba la penumbra clásica de las seis de la tarde. Una garúa persistente había convertido en un lodazal el piso de tierra de aquel paso transitado, y por alguna razón,  se encontraba  fastidiado y aburrido. Se había ubicado en aquel lugar para no tener que sufrir la presencia detestable de esa familia política, que no llevaba ni una gota de su sangre y  que por esas muecas del destino, había terminado haciéndose propietaria de aquel valioso inmueble, y con quienes no tenía el menor motivo para alternar o confraternizar.

En eso, y cuando observaba aburrido el pasaje enlodado e inundado, se percató en la presencia de unas cajas grandes de cartón, amarradas con alambres y cubiertas con plástico ordinario que ocupaban una parte importante del estrecho pasadizo.  Cediendo a la curiosidad  y como una forma de salir de su aburrimiento y malestar, se le ocurrió levantar la cubierta de plástico negro de una de ellas para indagar acerca de  su contenido.  Grande fue su sorpresa cuando creyó reconocer los cañones basculantes y yuxtapuestos de un pesado rifle  de los que se usan en los safaris africanos para la caza mayor.

Efectivamente, se trataba de un finísimo rifle express  “double barrel” del .375 Holland &Holland  destinado al cobro de piezas mayores en el continente africano. Parecía hecho por encargo a algún armero centroeuropeo, pues la culata estaba confeccionada de una madera roja finísima de preciosas vetas, y por la zona de encastre, elaborados tallados con motivos cinegéticos en plata con incrustaciones de oro daban el toque final a una espléndida y artesanal manufactura… No acababa de salir de su estupor, cuando reconoció el escudo de Armas del Duque de Marlborough rodeado de los motivos anteriormente mencionados… ¿Cómo pudo caer en manos de esa chusma ancestral, un rifle express hecho a medida para el Duque de Marlborough?, no pudo evitar preguntarse; e  inmediatamente se le vino a la mente el rostro antipático  y vulgar de Pierina,  paseándose con ínfulas  de autosuficiencia y de hospitalaria indulgencia por los salones de la casa…. Pero por otro lado, menos podía comprender, qué hacía una joya de esa calidad  abandonada en una caja de cartón y en medio de ese lodazal…  Pero le aguardaban,  para su infinito asombro, más sorpresas todavía: no sólo estaba el rifle express,  sino que en cada una de las cajas había toda clase de armas, entre antiguas y modernas, todas preciosas y de primera calidad.  Pudo distinguir fugazmente, una escopeta Benelli m4 súper 90,     ( su sueño de escopeta semiautomática de combate),  una Remington 870 de corredera, varias escopetas de caza superpuestas y yuxtapuestas de las marcas Beretta, Sarrasqueta y Browning;  un precioso rifle Mannlincher con sistema de cerrojo máuser y  con caja stutzen del típico 7x57 centroeuropeo, dotado de una finísima y costosa mira telescópica Svarowsky 3 x 9 x 50 lamentablemente echada a perder por el peso de tanto fierro junto; un rifle mini-Ruger semiautomático  del 223 con caja de fibra y culata telescópica;  en armas cortas un revolver Colt Python del .357 magnum en inox y cañón de 6”;  una Luger Spandau del 9 parabellum y con iniciales de las SS, una colt goverment del 45acp, con cachas de concha de nácar y hasta una modernísima Five-seven ( el arma corta de sus sueños) de la reputada casa belga FN. Herstal,  fabricante de la mítica high power (bajo la marca Browning)  y el extendido fusil de asalto FAL… también logro distinguir, entre otras, un precioso sub fusil Thompson 45  (tommy gun, el arma de los gánsteres durante la prohibición) con el clásico cargador circular… Simplemente estaba entre fascinado y abrumado por un hallazgo que no conseguía comprender…


Volvió a su posición original en el umbral de la puerta transpirando a borbotones, agitado, exaltado,  pero intentando fingir que no había visto nada, y mientras intentaba procesar la indecible emoción de aquel inopinado hallazgo,  recuperando la compostura,  aprovechó de que casualmente pasaba por ahí la empleada de la casa: una persona mayor y de trato agradable, acaso la única persona amable en medio de aquella detestable familia,  para preguntarle acerca de las cajas y como quién no quiere la cosa…   y ésta le respondió:   - ‘La Srta. Pierina ha mandado que ponga esas cajas ahí, para venderlas al chatarrero que con su carretilla pasa por la cuadra una vez por semana’ - .

Quedó simplemente shockeado… las palabras de la sirvienta se quedaron resonando como un eco insoportable en su mente. ¿Cómo podía la ignorante de Pierina,  vender esa preciosa y costosa colección como si de fierros viejos se tratara?  Una codicia incomprensible e incontrolable se apoderó de pronto  de él, un irredimible aficionado a las armas entre otras tantas aficiones… simplemente no sabía qué hacer; estaba completamente seguro que bastaría con qué Pierina viera el menor interés de su parte por comprar  las cajas que tenía  botadas y listas para mal baratear, para que de pronto  adquirieran un valor incalculable y acaso impagable para él…  

La codicia y ansiedad, dieron paso a una rabia sorda y desesperación; entonces  hizo señas a su hermano (de la nada apareció el hermano...) que se encontraba aburrido en el salón contiguo, para que lo ayude a encontrar una solución a tan complicada situación…

En ese punto había despertado de aquel sueño inconcluso, que lo tenía rumiando durante el desayuno…  Mientras se duchaba, se percató con malestar que no podía dejar de pensar en aquel sueño. Lo peor, es que le parecía cada vez más absurdo.  Primero no existía ninguna Pierina ni personaje sucedáneo… y la casa de su bisabuelo, que si bien es cierto, se  había vendido hacía muchos atrás,  y se trataba de una propiedad de gran tamaño,  tampoco tenía la dimensión que pareció de pronto cobrar en el sueño;  y finalmente se trató de una propiedad familiar, cuya venta a un precio tan insignificante le dejó el mal sabor en su oportunidad de un arreglo doloso y por debajo de la mesa, y que en aquella ocasión, sinceramente  lamentó no haber tenido el dinero suficiente para adquirirla,  ya que tenía meridianamente claro que  hoy valdría por lo menos diez veces más y superaría fácilmente el medio millardo de dólares… pero no era nada que le quitara el sueño, ni que ocupara un lugar  siquiera marginal en sus cotidianos pensamientos.

Realizó sus actividades laborales matutinas,  y luego del almuerzo, le provocó echarse una siesta,  y para su sorpresa, en ese estado de duermevela o sueño ligero que caracterizaban sus siestas vespertinas, volvió a pensar,  o acaso soñar (no le quedó muy claro) exactamente el mismo sueño…

Despertó alarmado. Definitivamente no podía recordar precedentes para una situación así; ni siquiera cuando la suya era un alma atormentada y llena de conflictos que propiciaban sueños confusos,  incoherentes, angustiosos, dolorosos; plagados de desencuentros, de muertos que en su subconsciente simplemente  se negaba a aceptar y admitir, de capítulos inconclusos, de fantasmas;  antecedentes que hacían de esa situación menos explicable,  justo ahora en que una paz espiritual extraordinaria y resiliencia ilimitada contra toda suerte de adversidades, había sentado sus dominios en él… ahora que por fin había conseguido exorcizar a sus demonios más odiados y temidos.

Lo peor vino cuando luego de regresar a su casa por la noche, sintió cierto temor de enfrentar el sueño nocturno… llegó a reírse avergonzado de esa inverosímil situación, sobre todo para un racionalista a ultranza como él; refractario a cualquier forma de pensamiento mágico, místico, religioso o supersticioso… actitud que había pasado con los años, de una paternal ironía hacia quienes profesaban esa clase primitiva de pensamiento y razonamiento, a una militante intolerancia y desprecio absoluto por esa clase personas.

Finalmente lo venció el cansancio,  mientras escuchaba algunas canciones en su Walkman con su insatisfactorio y deficitario formato de MP3, hasta que “neither heaven nor space de Nada Surf” lo sumió en el más profundo de los sueños…  Sólo para despertar realmente asustado y bañado en sudor a las cuatro de la madrugada, luego de repetir el sueño completo y hasta el mismo punto donde se había interrumpido la noche anterior…

Al  tercer día, realmente comenzó a preocuparse seriamente acerca de su salud mental… Nada de eso parecía tener sentido,  y el sueño era, si se puede decir: benigno,  excepto por esa codicia sobrevalorada, desproporcionada, virulenta  y rabiosa, totalmente ajena a su verdadera personalidad,  y que había logrado transferir  tan vívidamente del sueño a la vigilia…

Para la tercera noche decidió,  que contra toda costumbre,  tomaría un somnífero leve porque de otra manera no le sería posible conciliar el sueño… Se encontraba en un estado de excitación lamentable, que para colmo lo tenía realmente avergonzado y decepcionado de sí mismo, pero en ésta ocasión nuevamente  el sueño no sólo se repitió, sino que continuó…

“Convencido de que tenía que apropiarse de aquellas cajas a como diera lugar,  le pidió a su hermano que le ayude a pensar en la forma de tomarlas sin que nadie se diera cuenta y alejarse lo más pronto posible de aquel lugar… Su hermano le dijo que estaba loco, que no veía la forma de hacer eso sin que nadie se percatara o de que tuviera graves consecuencias posteriores; que había mucha gente en la casa, aunque la zona donde se encontraban  no fuera precisamente muy transitada…

Su determinación era tal, que le dijo que si no quería ayudarlo ni modo, que regresara al salón,  ya que él mismo se encargaría de consumar el despojo… El hermano se vio entre la espada y la pared. Sabía que si los dos juntos tenían pocas posibilidades de consumar la maniobra, él solo simplemente de ningún modo lo conseguiría.

Está bien, - le dijo -  “loco de mierda”,  - aprovechemos ahora y carguemos al toque - . Las tres cajas pesaban una barbaridad, pero su fortaleza física natural, se vio multiplicada de pronto por el ansia de consumar la apropiación de tan jugoso botín…

Ya se habían internado en la mitad de la huerta (tenían pensado botar las cajas por el muro del fondo, trepar y ganar la calle rumbo a casa y la satisfacción total,)  cuando escucharon los gritos destemplados de la horrisonante voz de Pierina: LADRONES, LADRONES, por AHÍ.

Se escucharon voces de varias personas, y presas del terror, apretaron como pudieron el paso…  y ya estaban a pocos metros del muro, cuando el estruendo de un disparo resonó en la oscuridad…

¡Roberto! ¡Roberto! ¿Estás bien? Alcanzó a escuchar que le decía su hermano,  y se vio de pronto tendido en la tierra  preso de una suerte de calambre en la espalda que no le dejaba respirar…. Volvió la vista para buscar a su hermano, pero ya se había ido.  En eso llegó hasta él,  un flaco esmirriado al que reconoció como un primo de Pierina que se detuvo frente a él y lo miró con unos ojillos inexpresivos, que no se podían definir ni como sorprendidos, ni asustados, ni siquiera aliviados… sostenía con su mano derecha que apenas asomaba de una casaca de cuero enorme, que parecía pertenecer a  alguien mucho más corpulento, un revolver ordinario RANGER, de fabricación argentina a base de antimonio y con una burda banda ventilada sobre el cañón  (mala imitación del celebérrimo Python de Colt y del calibre 38 special).  Intuyó, por la forma torpe y casi displicente en que lo sostenía,  que parecía pesarle mucho y hasta  estorbarle, como cuando a uno le obligan a sostener transitoriamente un peso excesivo para sus fuerzas… se intuía  también, que apenas si tenía experiencia de tiro, y que el acierto en su disparo se trataba simplemente de  un desafortunado accidente del destino… Roberto lo miró con desprecio,  el  despreció que le merecía esa familia de descastados,  y recordó que tenía su Walther PPk  del 380acp en la tobillera… pensó en vengarse y cargarse al cabrón;  (un doble tap a la altura del pecho, sería suficiente para acabar con el alfeñique que tenía al frente) cuya mirada exenta de emociones,  como la de un pez a través de un acuario, sinceramente comenzaba a incomodarlo…

Pero no podía alcanzar su tobillera… un adormecimiento general comenzó a apoderarse de él… un sudor helado comenzó a recorrer su cuerpo, un sabor entre  salado y metálico como a sangre se apoderó de su boca y garganta,  y un pensamiento absurdo acudió de pronto  a su mente:   -  Seguro me ha disparado con un vulgar proyectil de plomo descamisetado FAME, 148 grains, de más de veinte años de producción … proyectil insignificante,  proveniente del arma insignificante, de un hombrecillo insignificante … -  pensó.  Luego de eso, comenzó a notar que los sonidos se le hacían  cada vez más distantes y había llegado más gente a su alrededor y todos hablaban,  pero sólo podía ver como  movían sus labios mientras su visión a su vez  comenzó a estrecharse y a vidriar las tenues  imágenes que aún llegaban a su retina…

Entonces sintió pavor. Quiso apelar a un recurso antiguo que había utilizado con éxito  en más de una ocasión, cuando un sueño se hacía demasiado doloroso o insoportable…. Y es que en su necesidad y apetito bárbaro por  racionalizarlo todo,   había conseguido con la práctica una inaceptable intromisión de su consciente sobre su subconsciente,  que a manera de un sueño lúcido,  le permitía en medio de la experiencia onírica tomar consciencia de que simplemente estaba soñando, para luego proceder a despertar y acabar con su martirio… pero esta vez  nada, por alguna razón simplemente no conseguía despertar…

Finalmente,  lo abrumó en un  instante la certera revelación de que simplemente no podría despertar jamás…  Al parecer, todo se habría tratado de un clásico sueño de admonición para el buen  Roberto. Su organismo, probablemente venía alertando a su subconsciente acerca de algún grave y asintomático problema de salud… En el sueño, Roberto habría elaborado una complicada y sofisticada ‘transferencia’  y acaso el contenido de esas cajas, representado en uno de los hobbies que le gustaban tanto como las armas;  simbolizaba  para él la vida, que con sus ocultos arcanos, sin saberlo, se le escapaba para siempre de las manos… La casa de su bisabuelo, su pérdida absurda e  incomprensible a manos de terceros,  simbolizaba  acaso los mejores años de lo que fue su juventud, la plenitud de su existencia pasada e  inútilmente desperdiciada en una búsqueda frenética e incesante de experiencias que pudieran de algún modo satisfacer,  a su tan enérgica como inconforme personalidad… Esa vida, que para ser sinceros,  otrora había  expuesto absurda e  innecesariamente  en incontables ocasiones. Todo   por su avidez de emociones fuertes, propia de los espíritus inconformes y atormentados, para colmo  en explosiva combinación con genes y testosterona de líder y competitivo macho alpha… Vida, dicho sea de paso,  que por esas  contradicciones del destino que siempre es  puñetero, no hacía muchos años que  había por fin conseguido valorar y apreciar más que nunca, y por sobre todas las cosas… sobre todo desde que  había conseguido poner en práctica una intuición  juvenil acerca de la verdadera felicidad  y su única y verdadera  posibilidad como un viaje interior, introspectivo… como  un reencuentro consigo mismo y  supeditado  a una sincera y absoluta independencia de cualquier factor exógeno y perturbador… factores necesariamente condicionados por la contingencia, por los imponderables e inexorablemente divorciados  a su vez,  de las expectativas de vida  subjetivas y personales de cada individuo, que inevitablemente  se encuentran en curso de colisión con una supra realidad caótica e imprevisible, plagada de acontecimientos  que, tarde o temprano, ineludiblemente lo desbordan y sobrepasan…   Pero volvamos con Roberto:….En sus últimos instantes, el  temor inicial  finalmente cedió el  paso a una  indecible e infinita  tristeza…sabía  que ya  todo había terminado, y que nunca más le sorprendería  un nuevo amanecer… Con su último suspiro, y como emergiendo de ese humor acuoso en que se había convertido su campo visual,  lo último que vio… o creyó ver, fue esa sonrisa angelical y  perturbadora,  que por error, y acaso por  auto conservación… hacía tiempo que creía olvidada… pero que ahora finalmente acudía  a su encuentro  indulgente, conciliadora y  resplandeciente como un sol….


Gustavo Rozas Valz.

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