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martes, 31 de julio de 2012

DESCANSO



Arturo salió a caminar solo. Fumaba su penúltimo cigarrillo, cuya brasa se atizaba con el inclemente viento que venía desde las heladas aguas del mar del sur. La humedad del frío traspasaba todas las capas de su abrigadora ropa y casi no podía ver nada por la densa niebla; sólo las luces de los postes y de algunos pocos automóviles que transitaban a esa hora. Aún así, seguía caminando a paso apurado y frotándose las manos para calentarse un poco. No sabía con precisión a donde se dirigía y tampoco le importaba mucho. Avanzaba sin reparar en los esporádicos transeúntes que se cruzaban en su camino. Ni siquiera reparaba en los perros (lo que poco tiempo atrás hubiera sido impensable).

Arturo seguía su camino sin detenerse, sin siquiera desacelerar el paso. Caminaba a paso firme y decidido a no mirar atrás. Dejó en su punto de partida todo, absolutamente todo. Tanto lo que pudo ser y fue, como lo que no pudo ser y no será, todo. Dejaba una historia ¿su historia? ¿La historia? En fin, qué más daba.

Seguía su camino. Los postes pasaban como automóviles. Disfrutaba la niebla, la humedad y el frío. Y vaya que los disfrutaba; no paraba de frotarse las manos en la actitud típica de quien va a disfrutar un banquete. Encendió su último cigarrillo y empezó a fumar con voluptuosidad. Disfrutaba cada bocanada de humo, cada gota de rocío que caía en su rostro, contaba cada metro que dejaba atrás.

En su mente había fuegos artificiales; un mar de rostros, de voces que le hablaban. No diferenciaba  -en ese caos-  las voces y los rostros que le fueron queridos de los que no lo fueron, le daba lo mismo ser un ingrato; nadie podría enterarse.

Terminaba su último cigarrillo y eso no le fastidiaba. Ya nada podía disgustarle. Él  seguía su camino, ya nada podía  -ni querría-  detenerlo.  Seguían pasando los postes, los autos, los perros. Arturo era al fin un hombre libre.



MAURICIO ROZAS VALZ

3 comentarios:

  1. "Él seguía su camino, ya nada podía -ni querría- detenerlo" en esa frase resumimos nuestra vida, echamos marcha hacia adelante. Lindo relato Mauricio, gracias por la entrega.

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