EL RELOJ

Hay en la música un poder mágico. Algunas tardes de domingo, el DJ del café que frecuento se pone nostálgico y le da por poner música muy vieja que me hace retroceder en el tiempo con mucha facilidad. 

Aquella tarde le dio por escuchar boleros, y justo cuando me disponía a beber mi primer sorbo de café, empezó a sonar por los parlantes el bolero ‘El Reloj’. No había mucha gente, por ende poco murmullo y se escuchaba con claridad: Detén el tiempo en tus braaazos… haz esta noche perpetuaaa… para que nunca se vaya de mí… para que nunca amaneeezca…  y recordé la entonada y varonil voz de papá (que no se parecía a la mía) cantando o tarareando ese bolero en la ducha o en su escritorio cuando limpiaba sus libros y ponía orden en su biblioteca. También recordé a mamá cantando lo mismo mientras sonaba su LP en el tocadiscos y bailando sola abrazando el forro de su disco.

Finalmente, aquel reloj al que cantaban al parecer no quiso (o no pudo) darles gusto. El tiempo no se detuvo en sus brazos ni hizo esa noche perpetua; finalmente amaneció y esa mañana él se marchó para siempre.

MAURICIO ROZAS VALZ