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miércoles, 27 de junio de 2012

EUDEMONIA



“… Todo aquel que de la vida espera, felicidad y tranquilidad, deberá necesariamente alejarse del camino que conduce a una cultura superior…” F. Nietzsche.



Cuando se escucha en todas partes, cuando se vè en las películas hablar de forma recurrente sobre el fin supremo de alcanzar la felicidad, no puede uno hacer menos que cuestionarse en dónde puede tener su origen tan ambiciosa  aspiración.



Más aun, si tenemos en cuenta lo penosa y ardua que ha sido para la humanidad a lo largo de toda su evolución e historia la simple lucha por la supervivencia; en la que el simple hecho de haber nacido, significa un azaroso golpe de suerte en millones de probabilidades.



Para complicar más las cosas, es de por sí un término bastante relativo, ese de “felicidad”, puès nadie sabe a ciencia cierta, cuan extensos son sus dominios, como poco determinados son a su vez sus supuestos linderos.



Y es que abarca supuestamente tanto y nada, que ha terminado por convertirse en un concepto por demás vago e incomprensible, de contenido absolutamente  indeterminado.



Es por eso que pienso, que de lo único que puede concretamente hablarse es de momentos, de chispazos de alegría y satisfacción que nos sacuden del marasmo de lo cotidiano y que contrastan con las desgracias, desventuras y frustraciones que ineluctablemente se nos presentan a lo largo de la vida… Hablar de felicidad, sólo cabe, creo, como una suerte de  balance contable al final de la vida… que nos arrojará saldo favorable, en la medida que no hayan sido muchas las desventuras que nos haya tocado afrontar.



Pero nada nos hará paradójicamente más infelices, que la búsqueda de la felicidad misma y, para los que pretendan encontrarla en los bienes materiales ( que son de una gran ayuda) se darán cuenta con el tiempo, que el apetito de lujo y placer se tornan directamente proporcionales  y cada vez queremos más y más bienes, para poder sentirnos mejor y lo que es peor, sucede que más pensamos en lo que aún no tenemos, que en lo que buenamente nos ha sido posible -las más de las veces con muchísimo esfuerzo-  finalmente conseguir.



Para los que buscan la felicidad en el reconocimiento, el halago y la fama, el desencanto a la larga será igualmente frustrante; aun para los que buscan el halago y reconocimiento de la posteridad, que vale tanto como el actual, que finalmente  no vale nada…



Y los que buscan la felicidad en el amor de una mujer…quizá sean los más ilusos de todos. Más cuando sabemos que dicho proceso no es mas que una sublimación del instinto para la conservación de la especie… un cóctel químico y hormonal deflagrante que nubla la razón y que opera soterradamente a través de  arquetípicos e inconscientes espejismos que nos inducen a  asumir que, detrás de un rostro delicado y una sonrisa angelical, (sofisticado señuelo evolutivo) se esconde un espíritu puro y noble, confiable y leal…. Y lo más probable es que, con un poco de suerte, sólo esconda a un ser frívolo, egoísta y manipulador, si es que no, acaso ignorante, taimado y cruel… por lo tanto, duro de corazón y pobre de espíritu… con el agravante  actual de una generación “border line”y nihilista que no parece tener claro cual es el imperio de la ética y mucho menos de lo que puede o no ser moralmente correcto o incorrecto.



Lo mismo va para la amistad y para cualquier relación  social con  nuestros pares, a cuyo amparo, se cocinan siempre sibilinas rivalidades, rencores y envidias… ya lo dijo bien el sabio Séneca, citado como epílogo de lujo por el Dr. Steckel en su libro “Psicoanálisis de los sueños”:



“… No es frecuente, pero es accidente, caer del carruaje o sufrir un naufragio…  pero más graves son los peligros que enfrenta el hombre en su trato diario con el hombre… las estructuras, crujen antes de derrumbarse, el humo precede al incendio, la tempestad antecede a un naufragio… pero la corrupción humana se agazapa cuidadosamente, y tanto más cuidadosamente, cuanto más próxima está a estallar; no puedes confiar en los rostros que te salen al paso, su apariencia es humana…pero su espíritu es salvaje!. El hombre goza destruyendo al hombre…” por lo mismo cabe citar oportunamente  a Aristóteles cuando dice: “…Felicitas sibi sufficientium est…” (La felicidad es de aquellos que se bastan a si mismos).



Es por todo ello, que ahora pienso que tienen mucha razón los místicos orientales en su propuesta de procurar un viaje interior, introspectivo… no buscar la felicidad fuera de nosotros, sino más bien, procurar un profundo viaje interior, que resulta muy difícil de comprender para las personas de nuestro mundo occidental , que viven más mirando  hacia  afuera que explorando  hacia adentro…  tal vez sea más acorde con nuestra visión del mundo, seguir el sabio consejo del occidental  maestro Shopenhauer en sus “Aforismos sobre la sabiduría de la vida ” en el que propone, desterrar la peregrina idea de buscar la felicidad que es intangible y quimérica,  y tratar más bien de vivir cerrándole el paso al dolor, que si es opresivamente real y tangible, que nuestro principal objetivo  de vida sea el  evitar sufrir,  y no empecinarnos mas en esa angustiosa, estéril y frenética carrera en pos de una siempre esquiva e inasible FELICIDAD…



Gustavo Rozas V.




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