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martes, 28 de febrero de 2012

EL VIRUS DE LA IZQUIERDA






Tremendo engaño y enorme decepción que fue la izquierda para quienes creyeron en ella como alternativa posible de justicia social. Aquella tendencia ideológica; y digo 'tendencia' porque algún monosabio politiquero me pediría que detalle a cuál concretamente me refiero porque hay muchas. Pero no nos enredemos. Todas, en el fondo, son lo mismo. Este modesto artículo trata, entonces, de ser lo más breve y didáctico posible para que sea entendible para la mayor parte de personas que se tomen el trabajo de leerlo.

Durante el siglo XX, se dieron muchas revoluciones que, inicialmente, surgieron como consecuencia del hartazgo de las clases populares hambrientas y en contra de los sistemas feudales, abusivos y esclavistas que imperaban en el mundo. Hasta ahí, no era difícil simpatizar y hasta identificarse con aquella causa porque era justa por donde se le viera. La intelectualidad del mundo se identificó con ella y se formó una nueva corriente de pensamiento social al que llamaron marxismo (porque fundó sus bases ideológicas en la extensa obra del filósofo y economista alemán Karl Marx).  Luego surgieron muchos corrientes derivadas, como el leninismo en Rusia o el Maoísmo en China. De ahí surgieron algunas más y se crearon varias corrientes con algunas diferencias de formas, mas no de fondo.

Todas estas revoluciones y cambios estructurales en las bases de la sociedad, tuvieron lugar en más de la mitad del planeta y por muchas décadas durante el siglo XX. Y todas, sin excepción, fracasaron estrepitosa, vergonzosa e irreversiblemente. Aquellos sufridos pueblos, que celebraron ilusionados el triunfo de la revolución que los reivindicaría y liberaría de la esclavitud, sufrieron una gran decepción y desilusión al percatarse de que habían saltado de la sartén al fuego. Estas millones de almas nunca imaginaron que serían engañadas de forma tan infame, y mucho menos que sus -ya de por si miserables- vidas podrían incluso ser peores de lo que ya eran. 

Hasta antes de la caída del Muro de Berlín, algunos incautos creían que, tras la llamada ‘Cortina de Hierro’, había un mundo mejor: sin pobres, ni ricos, ni hambre, ni miseria y con igualdad de oportunidades para todos. Cuando este muro cayó, y esa cortina se corrió, y se pudo caminar y observar las calles de esos pobres países subyugados, se supo al fin toda la verdad. Pues todo había sido mentira. La miseria, el atraso y el terror en que vivieron millones de personas había sido terrible. Todo había sido falso. Decenas de millones de personas habían sido perseguidas, torturadas y asesinadas de manera inclemente y salvaje. Aquella pobre gente había vivido durante décadas aterrorizada e intimidada bajo estados policiacos y totalitarios brutalmente sanguinarios y genocidas. Sus ciudades parecían estancadas en el tiempo. Con sólo transitar por sus calles, se podía respirar el temor en la gente, el atraso y la carestía. (Actualmente, cual museos vivientes, se puede observar todo eso en dos países: Cuba y Corea del Norte, cruzar el paralelo 38 es como un viaje en el tiempo 50 años. A los que aún defienden esos tipos de regímenes, les sugeriría irse a vivir a esos países… a ver si aguantan).

Pero todo esto no es lo peor. Lo lógico hubiera sido que, luego de que todas estas barbaridades se supieran, las personas que abrigaban esas ideas cambiarían de parecer… pero no fue así. Aquellas nefastas ideologías se habían convertido en un virus mutante y mortal que se enquistó en las mentes de millones de personas y, que además, había sido hereditario.

Las consecuencias de ese virus son las que vemos hoy en día en los políticos y dirigentes de izquierda. Hay de dos tipos: los que son conscientes del gran engaño, pero que viven de él y no les conviene que se sepa la verdad… y los tontos útiles que se creen muy buenos, honestos y justos porque obedecen a los pillos que los manipulan.

Los del primer grupo, es decir, los dirigentes y los líderes, saben que todo es una gran mentira. La cosa es muy simple: estas personas han vivido durante décadas engañando a la gente pobre, haciéndole creer que los defienden de la maldad de los ricos, haciéndoles creer que ellos por ser pobres ya son automáticamente buenos y, con ayuda de un sector de la iglesia, se irán por la misma razón derechito al cielo. 

Estos dirigentes viven muy bien gracias a la pobreza. Los pobres conforman su clientela, por eso los persuaden a procrear lo más que se pueda para que haya más pobres, para que más gente pase hambre y no tenga acceso a la educación. Estos líderes embaucadores -que hoy vemos enarbolando las banderas de la lucha por el agua y el ecosistema- reciben fuertes sumas de los sindicatos de trabajadores de las grandes mineras transnacionales para manejar los precios de los metales y los hidrocarburos. Detrás de toda esa ‘lucha’ por los derechos de las comunidades, están también las grandes mafias de los mineros informales, y que son altamente contaminantes, no tributan ni respetan la ley laboral y mueven cuantiosas sumas de dinero. 

La idea de los dirigentes de izquierda es muy sencilla: SI PERMITO QUE SE GENERE RIQUEZA… HABRÁ MÁS DINERO Y, POR ENDE… MENOS POBREZA, MEJORARÁ EL NIVEL DE EDUCACIÓN Y, AL HABER MENOS POBRES… MENOS CLIENTES PARA MI… y eso, como comprenderán, no están dispuestos a permitirlo tan fácilmente. Harán todo cuanto esté en sus manos para que los pobres sigan siendo pobres, y es más… un mejor nivel de educación implicaría en el corto plazo menos nacimientos… y eso tampoco están dispuestos a permitir. A MÁS CANTIDAD DE POBRES… MAYOR NEGOCIO PARA ELLOS.

Sus seguidores, es decir, los tontos útiles, son mayormente citadinos perdidos y desinformados que se han tragado el cuento de la justicia social. Son pequeño burgueses y hasta ricos que se han contado a sí mismos el cuento de que ellos están del lado del bien, de lo generoso, de lo justo y de lo moral; que están convencidos de que ser de izquierda es lo moralmente correcto, porque es la tendencia más justa y la que nos llevará a un mundo mejor… pero eso sí, no están dispuestos a renunciar a una sola de sus gollerías y comodidades. Viven dando la falsa imagen de gente correcta y están convencidos de que, de existir un Dios… de hecho que está también con su causa. 

Estos últimos, es decir, los tontos útiles, tienen como principal característica: la doble moral y el doble discurso. Llevan un tipo de vida aburguesado y cómodo, suelen ser racistas y clasistas, y han aprendido muy bien a teatralizar la indignación cuando se comete una injusticia. Han trastocado también los valores y la relación justa que debería haber entre provocación y reacción, defendiendo siempre a los criminales (victimarios) en contra de la ciudadanía (víctimas).

Los alcances del daño que le puede hacer un padre (o un profesor) a un muchacho, metiéndole ideas socialistas trasnochadas y absurdas, son incalculables.


MAURICIO ROZAS VALZ


3 comentarios:

  1. El daño está en creer que es posible un mundo con menores desigualdades, con más justicia y mas para compartir o repetir la perorata, aunque a veces no la entiendan, del discurso de las izquierdas #preguntoyo

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  2. Una gran realidad, que ahora es el pensamiento del Seudo ambientalista, Gregorio Santos, un mal peor, que fue elegido en Cajamarca como Presidente Regional, irrumpiendo en el avance del Pueblo...con ideas absusmrdas y nefastas...donde las perdidas son incalculables, tanto para la economia del Peru...com la local.

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  3. bienvenidos tosos sus comentarios. Siempre aportan

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