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martes, 17 de abril de 2012

HASTA MÁS VERNOS


Hace poco más de dieciséis años, cuando mi padre dejó de estar entre nosotros, su viejo amigo y contertulio, Andrés ‘El Ogro’ Bedoya –quién por ese entonces tenía una columna en un diario arequipeño- le dedicó toda su columna, haciendo una pequeña pero muy emotiva semblanza de lo que fue su amistad durante muchos años. Yo no tengo una columna en un diario de Arequipa, pero considero justo devolver ese gesto de la mejor manera posible a través de estas modestas líneas:

‘El Ogro' Bedoya, como cariñosamente lo llamaban sus amigos, muy aparte de ser un polémico y agudo periodista, fue un gran conversador que perteneció a una suerte de cofradía que se formó en el ya extinto ‘Mónaco Tea Room’, en los años 70s. Quedaba en la segunda cuadra de la calle Mercaderes. Dicha cofradía estaba conformada por aproximadamente quince grandes conversadores, varones todos, y de diferentes edades, ideologías políticas, gustos y preferencias; pero que tenían en común el gusto por la tertulia cafetera diaria durante todas las tardes, de lunes a domingo e incluso feriados.

No había un solo día a partir de las 4 pm, que la última mesa que estaba pegada a la ventana, no estuviera ocupada con por lo menos seis miembros del grupo. Mientras algunos llegaban, otros se despedían. El caso es que la mesa estaba permanentemente llena de tazas de café de diferentes tipos (expreso, americano, capuchino, etc.), vasos de agua, gaseosas y ceniceros llenos de colillas y, lo más importante… todos hablaban a la vez, unos renegaban, otros reían a carcajadas y así… todos los días de Dios. Pienso que de cualquier otra cosa podrías haberles pedido privarse… menos de su sagrado ritual del café vespertino.

Pues a ese grupo perteneció Don Andrés, quien poseía un gran sentido del humor, una gran habilidad para imitar voces y gestos, era además muy culto y sabía mucho de historia. Fueron muchas las veces que, yendo a buscar a mi padre, me senté en aquella famosa mesa durante algunos minutos, y recuerdo que me divertí mucho con las ocurrencias de ‘El Ogro’ que desataban sonoras risotadas de todo el grupo, y que podían escucharse a muchos metros fuera del local.

El recuerdo que tengo, de todo ese variado y sui generis grupo de señores arequipeños… es de los mejores. Hoy por hoy, muchos de ellos ya no están con nosotros; desde hace ya algunos años que se vienen despidiendo.

Usualmente no creo en la vida eterna, pero en algunas oportunidades (como esta), me da por hacer excepciones, y quiero pensar que anoche, en algún lugar del mundo o fuera de él… un grupo de señores arequipeños tomaban café y conversaban amenamente en una mesa, cuando de pronto vieron llegar a su amigo ‘El Ogro’ y se alegraron muchísimo, que saludó a papá y a los demás con abrazos, que se sentó a la mesa, pidió su café y se quedó hasta muy tarde narrándoles las últimas novedades, contándoles chistes nuevos, y que no paran de reírse hasta estas horas.

MAURICIO ROZAS VALZ

2 comentarios:

  1. No soy fanática de la religión, tengo fe y parte de ella es creer que hay algo más allá de la mortalidad...yo quiero creer que es así.

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  2. Mauricito no sabía q escribías super lindo me ha llegado al alma tu linda historia, la narración que has hecho para leerla una y mil veces y nunca cansarse, aunque yo no he vivido en esa época en Arequpa, pero cuando llegué todvía existía el mencionado café Mónaco, lo que más recuerdo es a tu papito mi suegrito tan lindo yo sí creo en Dios y en la Resurrección ya llegará el día que nos volvamos a encontrar con nuestros seres queridos, y q pena q el senor Bdoya haya fallecido, cuándo fue eso yo lo recuerdo q no era tan viejo, bueno qu en paz descanse Felicitaciones por tu relato Maui un besote

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