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martes, 10 de abril de 2012

CUBILETES








Se encontraba haciendo limpieza general. Siempre dejaba para el final su mediana biblioteca que ocupaba toda una pared. Cepillaba con prolijidad y quitaba el polvo de todos y cada uno de los libros, uno por uno, con mucha paciencia. Era la parte que más disfrutaba de su día de limpieza general. Iba ya por el último anaquel y por los últimos libros cuando de pronto encontró algo detrás de ellos: eran seis cubiletes de cuero rojo envueltos en plástico. Dentro de cada uno de ellos había un chisguete metálico sin etiqueta, totalmente vacío y arrugado. Eso le trajo muchos recuerdos y le invadió la nostalgia hasta hacerle arrancar en llantos inconsolables. Recordó cómo le gustaba jugar con esos cubiletes y su extraña manía de guardar en ellos los chisguetes vacíos de las pomadas que usaba para calmar su dolor. Recordó su risa y su sonrisa, su olor y su voz, sus lápices y sus plumas fuente. Le parecía increíble que habiendo pasado tantos años su dolor sea igual que el primer día del ya nunca más.

El llanto no calmaba, entonces tomó su moderno automóvil que estaba parqueado en la cocina y salió de su departamento bajando por las escaleras desde el piso nueve. Poco antes de llegar al primer piso bajó la velocidad y tocó el claxon, no quería lastimar al portero que era su amigo, su gran amigo, su único amigo.


MAURICIO ROZAS VALZ

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