Abstemio: Persona de carácter débil, que cede a la
tentación de negarse un placer.
En
los últimos tiempos, se ha puesto de moda exigir en las campañas electorales la
famosa prueba de ‘antidoping’; como si de una contienda deportiva se tratase. En
el caso de las contiendas deportivas, se justifica plenamente este examen por
obvias razones: una persona que consume determinado tipo de sustancias adquiere
mayor resistencia y se pone en clara ventaja
sobre quien no lo hace. Pero en otras actividades, como la política y otros oficios, la sola propuesta resulta
totalmente invasiva con los fueros privados de las personas y contiene además
un tufillo moralista bastante apestoso por decir lo menos.
Si
seguimos dando cabida a propuestas tan restrictivas y puritanas, el siguiente
paso podría ser, poner como requisito
para entrar en política o postular a un empleo: el ser abstemios,
antitabaquistas y creyentes. Esto, creo
yo, es consecuencia de una reciente -y
meticulosamente diseñada- estrategia de
contraataque de algunas religiones, en su afán angustioso por recuperar su
poder, basado en la privación y el enorme terreno perdido como consecuencia del
despertar de la gente, gracias a la información en abundancia que ha traído al
mundo el internet.
Hay
en la mayor parte de abstemios y antitabaquistas, un odioso complejo de
superioridad; unas ínfulas de quien está moralmente por encima de los demás; por
encima de todo el resto de mortales pecadores, bebedores y fumadores. Hay en
sus palabras, cierta piedad condescendiente para con los demás, un subyacente: “usted
no debería ser así”… que se percibe en su contundente: ¡no bebo!¡No fumo! ¡Gracias! En tono pedante, ante el gentil ofrecimiento
de un cigarrillo o de una copa.
Si
bien, es indiscutiblemente cierto que, tanto el alcohol, como las drogas
(legales e ilegales), provocan alteraciones en la conducta y distorsiones en la
percepción de la realidad a quienes las consumen en exceso y son adictos a
ellas, eso no debe implicar que podamos dar por sentado que ‘todas’ las
personas que consumen tales sustancias, necesariamente lo hacen en exceso y
sufren todas éstas alteraciones… no pues… no todos los organismos tienen la
misma resistencia y capacidad de asimilación. Ejemplos para demostrar esto
sobran en todo el mundo y en muchas disciplinas: en literatura, por ejemplo y
sólo por nombrar unos pocos… tenemos a Edgar Allan Poe que fue alcohólico, a
William Burroughs que fue heroinómano y a Louisa M. Alcott que fue adicta al
opio… y ni qué decir de Tenessee Williams, que fue adicto al alcohol, los
barbitúricos y las anfetaminas. Todos los anteriormente nombrados no fueron
escritores del montón… fueron genialidades, y sin embargo, tenemos a otros ‘muy
sanos’ infinitamente inferiores, como Rowling. En música tenemos a Jim Morrison
o Jimi Hendrix… drogadictos ambos, e infinita y escandalosamente superiores a
muchos otros que son muy sanos.
En
la historia política del mundo, también tenemos claros ejemplos: Winston
Churchill, Charles De Gaulle y Francois Miterrand, fueron, entre otras cosas
mucho más importantes… conocidos por su alcoholismo, a diferencia de otros, tan
abstemios como despreciables, como Francisco Franco, Joseph Stalin y Adolph
Hitler.
Con
esto no quiero insinuar que el tener una adicción, ya sea al alcohol, al tabaco
ó a alguna droga… hace ‘superior’, ‘mejor’ o más capaz a una persona… no, no es así, no se
trata de eso; sería totalmente absurdo. Lo que quiero expresar, es que no
debemos permitir que se viole el derecho a la privacidad de las personas, y estas
costumbres, ‘buenas o malas’, son parte de los fueros privados, del ejercicio
de la libertad de las personas de hacer con sus vidas lo que les venga en gana,
y son absolutamente irrelevantes para medir el intelecto, las capacidades
profesionales, las habilidades artísticas y la solvencia moral. Pues las
habilidades y capacidades se miden por diferentes métodos de evaluación, los
que de ninguna manera deberían incluir exámenes toxicológicos, ya que son
totalmente invasivos.
Entendámonos,
si eres abstemio y te desagrada el tabaco o lo que fuere; bien por ti y por tu
salud, pero ten siempre claro que eso NO te hace mejor ni superior al resto. En tanto el ejercicio de la libertad no perjudique en nada a terceros, lo
que la gente haga con su vida no tendría por qué ser de dominio público,
tampoco debería ser criticable y mucho menos condenable. Eso es moralismo puro,
y el moralismo apesta siempre a inmoralidad soterrada.
MAURICIO
ROZAS VALZ
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