Mientras descargaba la vejiga en medio del limbo de
un estado indefinible entre dormido y despierto, Roberto comenzó a recapitular
con asombrosa precisión, el sueño que sólo esa urgencia biológica, apremiante e
ineludible, pudo interrumpir en aquella fría y lluviosa madrugada de Enero.
Con el mismo impulso de zombi que lo llevó a
caminar esos seis pasos hacia el baño, inició el camino de retorno a su cama para no
bien acomodarse, proceder involuntariamente a retomar con preciso detalle y
como si hubiera puesto “ pausa” y luego “play”, el extraño sueño que
persistente lo había perseguido hasta el baño contiguo a su habitación.
Despertó como a las siete aturdido y con la mente varada, como solía
ocurrirle las raras veces que tenía que interrumpir su apacible sueño nocturno
por alguna urgencia de esa índole.
Durante el desayuno,
le sorprendió por lo inusual, una recapitulación meticulosa y nítida del sueño que lo despertó en la
madrugada y que luego continuó hasta la
hora de abrir definitivamente los ojos.
Inusual, porque por lo general rara vez recordaba sus sueños, y cuando
lo hacía, muy pronto solían diluirse por completo, o casi por completo, con las
primeras actividades de su rutina más elemental, como el desayuno y el aseo de rigor.
El sueño fue más o menos así: (con todas las
inconsistencias causales y espacio-temporales propias de los sueños) –
Soñó que se
encontraba en el pasadizo que comunicaba la parte principal de la casa de su
bisabuelo, con un huerto enorme que parecía tener el tamaño de una manzana. Era
una tarde gris y lluviosa, y a pesar de no ser más de las tres pm., la escasa
luminosidad semejaba la penumbra clásica de las seis de la tarde. Una garúa
persistente había convertido en un lodazal el piso de tierra de aquel paso
transitado, y por alguna razón, se
encontraba fastidiado y aburrido. Se
había ubicado en aquel lugar para no tener que sufrir la presencia detestable
de esa familia política, que no llevaba ni una gota de su sangre y que por esas muecas del destino, había
terminado haciéndose propietaria de aquel valioso inmueble, y con quienes no
tenía el menor motivo para alternar o confraternizar.
En eso, y cuando observaba aburrido el pasaje enlodado e
inundado, se percató en la presencia de unas cajas grandes de cartón, amarradas
con alambres y cubiertas con plástico ordinario que ocupaban una parte
importante del estrecho pasadizo. Cediendo
a la curiosidad y como una forma de
salir de su aburrimiento y malestar, se le ocurrió levantar la cubierta de
plástico negro de una de ellas para indagar acerca de su contenido.
Grande fue su sorpresa cuando creyó reconocer los cañones basculantes y
yuxtapuestos de un pesado rifle de los
que se usan en los safaris africanos para la caza mayor.
Efectivamente, se trataba de un finísimo rifle express “double barrel” del .375 Holland &Holland destinado al cobro de piezas mayores en el
continente africano. Parecía hecho por encargo a algún armero centroeuropeo, pues
la culata estaba confeccionada de una madera roja finísima de preciosas vetas,
y por la zona de encastre, elaborados tallados con motivos cinegéticos en plata
con incrustaciones de oro daban el toque final a una espléndida y artesanal
manufactura… No acababa de salir de su estupor, cuando reconoció el escudo de
Armas del Duque de Marlborough rodeado de los motivos anteriormente mencionados…
¿Cómo pudo caer en manos de esa chusma ancestral, un rifle express hecho a
medida para el Duque de Marlborough?, no pudo evitar preguntarse; e inmediatamente se le vino a la mente el rostro
antipático y vulgar de Pierina, paseándose con ínfulas de autosuficiencia y de hospitalaria
indulgencia por los salones de la casa…. Pero por otro lado, menos podía
comprender, qué hacía una joya de esa calidad
abandonada en una caja de cartón y en medio de ese lodazal… Pero le aguardaban, para su infinito asombro, más sorpresas
todavía: no sólo estaba el rifle express, sino que en cada una de las cajas había toda
clase de armas, entre antiguas y modernas, todas preciosas y de primera
calidad. Pudo distinguir fugazmente, una
escopeta Benelli m4 súper 90, ( su
sueño de escopeta semiautomática de combate),
una Remington 870 de corredera, varias escopetas de caza superpuestas y
yuxtapuestas de las marcas Beretta, Sarrasqueta y Browning; un precioso rifle Mannlincher con sistema de
cerrojo máuser y con caja stutzen del
típico 7x57 centroeuropeo, dotado de una finísima y costosa mira telescópica
Svarowsky 3 x 9 x 50 lamentablemente echada a perder por el peso de tanto
fierro junto; un rifle mini-Ruger semiautomático del 223 con caja de fibra y culata telescópica; en armas cortas un revolver Colt Python del
.357 magnum en inox y cañón de 6”; una
Luger Spandau del 9 parabellum y con iniciales de las SS, una colt goverment
del 45acp, con cachas de concha de nácar y hasta una modernísima Five-seven (
el arma corta de sus sueños) de la reputada casa belga FN. Herstal, fabricante de la mítica high power (bajo la
marca Browning) y el extendido fusil de
asalto FAL… también logro distinguir, entre otras, un precioso sub fusil
Thompson 45 (tommy gun, el arma de los gánsteres
durante la prohibición) con el clásico cargador circular… Simplemente estaba
entre fascinado y abrumado por un hallazgo que no conseguía comprender…
Volvió a su posición original en el umbral de la puerta
transpirando a borbotones, agitado, exaltado, pero intentando fingir que no había visto
nada, y mientras intentaba procesar la indecible emoción de aquel inopinado
hallazgo, recuperando la compostura, aprovechó de que casualmente pasaba por ahí la
empleada de la casa: una persona mayor y de trato agradable, acaso la única
persona amable en medio de aquella detestable familia, para preguntarle acerca de las cajas y como
quién no quiere la cosa… y ésta le
respondió: - ‘La Srta. Pierina ha
mandado que ponga esas cajas ahí, para venderlas al chatarrero que con su
carretilla pasa por la cuadra una vez por semana’ - .
Quedó simplemente shockeado… las palabras de la sirvienta
se quedaron resonando como un eco insoportable en su mente. ¿Cómo podía la
ignorante de Pierina, vender esa
preciosa y costosa colección como si de fierros viejos se tratara? Una codicia incomprensible e incontrolable se
apoderó de pronto de él, un irredimible
aficionado a las armas entre otras tantas aficiones… simplemente no sabía qué
hacer; estaba completamente seguro que bastaría con qué Pierina viera el menor
interés de su parte por comprar las
cajas que tenía botadas y listas para mal
baratear, para que de pronto adquirieran
un valor incalculable y acaso impagable para él…
La codicia y ansiedad, dieron paso a una rabia sorda y
desesperación; entonces hizo señas a su
hermano (de la nada apareció el hermano...) que se encontraba aburrido en el
salón contiguo, para que lo ayude a encontrar una solución a tan complicada
situación…
En ese punto había despertado de aquel sueño
inconcluso, que lo tenía rumiando durante el desayuno… Mientras se duchaba, se percató con malestar
que no podía dejar de pensar en aquel sueño. Lo peor, es que le parecía cada
vez más absurdo. Primero no existía
ninguna Pierina ni personaje sucedáneo… y la casa de su bisabuelo, que si bien
es cierto, se había vendido hacía muchos
atrás, y se trataba de una propiedad de
gran tamaño, tampoco tenía la dimensión
que pareció de pronto cobrar en el sueño; y finalmente se trató de una propiedad
familiar, cuya venta a un precio tan insignificante le dejó el mal sabor en su
oportunidad de un arreglo doloso y por debajo de la mesa, y que en aquella
ocasión, sinceramente lamentó no haber
tenido el dinero suficiente para adquirirla, ya que tenía meridianamente claro que hoy valdría por lo menos diez veces más y
superaría fácilmente el medio millardo de dólares… pero no era nada que le
quitara el sueño, ni que ocupara un lugar siquiera marginal en sus cotidianos
pensamientos.
Realizó sus actividades laborales matutinas, y luego del almuerzo, le provocó echarse una
siesta, y para su sorpresa, en ese
estado de duermevela o sueño ligero que caracterizaban sus siestas vespertinas,
volvió a pensar, o acaso soñar (no le
quedó muy claro) exactamente el mismo sueño…
Despertó alarmado. Definitivamente no podía
recordar precedentes para una situación así; ni siquiera cuando la suya era un
alma atormentada y llena de conflictos que propiciaban sueños confusos, incoherentes, angustiosos, dolorosos;
plagados de desencuentros, de muertos que en su subconsciente simplemente se negaba a aceptar y admitir, de capítulos
inconclusos, de fantasmas; antecedentes que
hacían de esa situación menos explicable, justo ahora en que una paz espiritual
extraordinaria y resiliencia ilimitada contra toda suerte de adversidades,
había sentado sus dominios en él… ahora que por fin había conseguido exorcizar
a sus demonios más odiados y temidos.
Lo peor vino cuando luego de regresar a su casa por
la noche, sintió cierto temor de enfrentar el sueño nocturno… llegó a reírse
avergonzado de esa inverosímil situación, sobre todo para un racionalista a
ultranza como él; refractario a cualquier forma de pensamiento mágico, místico,
religioso o supersticioso… actitud que había pasado con los años, de una paternal
ironía hacia quienes profesaban esa clase primitiva de pensamiento y
razonamiento, a una militante intolerancia y desprecio absoluto por esa clase
personas.
Finalmente lo venció el cansancio, mientras escuchaba algunas canciones en su
Walkman con su insatisfactorio y deficitario formato de MP3, hasta que “neither
heaven nor space de Nada Surf” lo sumió en el más profundo de los sueños… Sólo para despertar realmente asustado y
bañado en sudor a las cuatro de la madrugada, luego de repetir el sueño
completo y hasta el mismo punto donde se había interrumpido la noche anterior…
Al tercer
día, realmente comenzó a preocuparse seriamente acerca de su salud mental… Nada
de eso parecía tener sentido, y el sueño
era, si se puede decir: benigno, excepto
por esa codicia sobrevalorada, desproporcionada, virulenta y rabiosa, totalmente ajena a su verdadera
personalidad, y que había logrado
transferir tan vívidamente del sueño a
la vigilia…
Para la tercera noche decidió, que contra toda costumbre, tomaría un somnífero leve porque de otra
manera no le sería posible conciliar el sueño… Se encontraba en un estado de
excitación lamentable, que para colmo lo tenía realmente avergonzado y
decepcionado de sí mismo, pero en ésta ocasión nuevamente el sueño no sólo se repitió, sino que
continuó…
“Convencido de que tenía que apropiarse de aquellas cajas
a como diera lugar, le pidió a su
hermano que le ayude a pensar en la forma de tomarlas sin que nadie se diera
cuenta y alejarse lo más pronto posible de aquel lugar… Su hermano le dijo que
estaba loco, que no veía la forma de hacer eso sin que nadie se percatara o de
que tuviera graves consecuencias posteriores; que había mucha gente en la casa,
aunque la zona donde se encontraban no
fuera precisamente muy transitada…
Su determinación era tal, que le dijo que si no quería
ayudarlo ni modo, que regresara al salón, ya que él mismo se encargaría de consumar el
despojo… El hermano se vio entre la espada y la pared. Sabía que si los dos
juntos tenían pocas posibilidades de consumar la maniobra, él solo simplemente de
ningún modo lo conseguiría.
Está bien, - le dijo - “loco de mierda”, - aprovechemos ahora y carguemos al toque - .
Las tres cajas pesaban una barbaridad, pero su fortaleza física natural, se vio
multiplicada de pronto por el ansia de consumar la apropiación de tan jugoso
botín…
Ya se habían internado en la mitad de la huerta (tenían
pensado botar las cajas por el muro del fondo, trepar y ganar la calle rumbo a
casa y la satisfacción total,) cuando
escucharon los gritos destemplados de la horrisonante voz de Pierina: LADRONES,
LADRONES, por AHÍ.
Se escucharon voces de varias personas, y presas del
terror, apretaron como pudieron el paso… y ya estaban a pocos metros del muro, cuando
el estruendo de un disparo resonó en la oscuridad…
¡Roberto! ¡Roberto! ¿Estás bien? Alcanzó a escuchar que
le decía su hermano, y se vio de pronto
tendido en la tierra preso de una suerte
de calambre en la espalda que no le dejaba respirar…. Volvió la vista para
buscar a su hermano, pero ya se había ido.
En eso llegó hasta él, un flaco
esmirriado al que reconoció como un primo de Pierina que se detuvo frente a él
y lo miró con unos ojillos inexpresivos, que no se podían definir ni como
sorprendidos, ni asustados, ni siquiera aliviados… sostenía con su mano derecha
que apenas asomaba de una casaca de cuero enorme, que parecía pertenecer a alguien mucho más corpulento, un revolver
ordinario RANGER, de fabricación argentina a base de antimonio y con una burda
banda ventilada sobre el cañón (mala
imitación del celebérrimo Python de Colt y del calibre 38 special). Intuyó, por la forma torpe y casi displicente
en que lo sostenía, que parecía pesarle
mucho y hasta estorbarle, como cuando a
uno le obligan a sostener transitoriamente un peso excesivo para sus fuerzas…
se intuía también, que apenas si tenía
experiencia de tiro, y que el acierto en su disparo se trataba simplemente de un desafortunado accidente del destino… Roberto
lo miró con desprecio, el despreció que le merecía esa familia de
descastados, y recordó que tenía su
Walther PPk del 380acp en la tobillera…
pensó en vengarse y cargarse al cabrón; (un
doble tap a la altura del pecho, sería suficiente para acabar con el alfeñique
que tenía al frente) cuya mirada exenta de emociones, como la de un pez a través de un acuario,
sinceramente comenzaba a incomodarlo…
Pero no podía alcanzar su tobillera… un adormecimiento
general comenzó a apoderarse de él… un sudor helado comenzó a recorrer su
cuerpo, un sabor entre salado y metálico
como a sangre se apoderó de su boca y garganta, y un pensamiento absurdo acudió de pronto a su mente: - Seguro me ha disparado con un vulgar proyectil
de plomo descamisetado FAME, 148 grains, de más de veinte años de producción …
proyectil insignificante, proveniente
del arma insignificante, de un hombrecillo insignificante … - pensó.
Luego de eso, comenzó a notar que los sonidos se le hacían cada vez más distantes y había llegado más
gente a su alrededor y todos hablaban, pero sólo podía ver como movían sus labios mientras su visión a su
vez comenzó a estrecharse y a vidriar
las tenues imágenes que aún llegaban a
su retina…
Entonces sintió pavor. Quiso apelar a un recurso antiguo
que había utilizado con éxito en más de
una ocasión, cuando un sueño se hacía demasiado doloroso o insoportable…. Y es
que en su necesidad y apetito bárbaro por racionalizarlo todo, había conseguido con la práctica una
inaceptable intromisión de su consciente sobre su subconsciente, que a manera de un sueño lúcido, le permitía en medio de la experiencia
onírica tomar consciencia de que simplemente estaba soñando, para luego
proceder a despertar y acabar con su martirio… pero esta vez nada, por alguna razón simplemente no
conseguía despertar…
Finalmente, lo
abrumó en un instante la certera
revelación de que simplemente no podría despertar jamás… Al parecer, todo se
habría tratado de un clásico sueño de admonición para el buen Roberto. Su organismo, probablemente venía
alertando a su subconsciente acerca de algún grave y asintomático problema de
salud… En el sueño, Roberto habría elaborado una complicada y sofisticada
‘transferencia’ y acaso el contenido de
esas cajas, representado en uno de los hobbies que le gustaban tanto como las
armas; simbolizaba para él la vida, que con sus ocultos arcanos,
sin saberlo, se le escapaba para siempre de las manos… La casa de su bisabuelo,
su pérdida absurda e incomprensible a
manos de terceros, simbolizaba acaso los mejores años de lo que fue su
juventud, la plenitud de su existencia pasada e inútilmente desperdiciada en una búsqueda
frenética e incesante de experiencias que pudieran de algún modo satisfacer, a su tan enérgica como inconforme
personalidad… Esa vida, que para ser sinceros,
otrora había expuesto absurda
e innecesariamente en incontables ocasiones. Todo por su
avidez de emociones fuertes, propia de los espíritus inconformes y atormentados,
para colmo en explosiva combinación con
genes y testosterona de líder y competitivo macho alpha… Vida, dicho sea de
paso, que por esas contradicciones del destino que siempre es puñetero, no hacía muchos años que había por fin conseguido valorar y apreciar
más que nunca, y por sobre todas las cosas… sobre todo desde que había conseguido poner en práctica una
intuición juvenil acerca de la verdadera
felicidad y su única y verdadera posibilidad como un viaje interior,
introspectivo… como un reencuentro consigo
mismo y supeditado a una sincera y absoluta independencia de
cualquier factor exógeno y perturbador… factores necesariamente condicionados
por la contingencia, por los imponderables e inexorablemente divorciados a su vez, de las expectativas de vida subjetivas y personales de cada individuo, que
inevitablemente se encuentran en curso
de colisión con una supra realidad caótica e imprevisible, plagada de
acontecimientos que, tarde o temprano,
ineludiblemente lo desbordan y sobrepasan…
Pero volvamos con Roberto:….En sus últimos instantes,
el temor inicial finalmente cedió el paso a una indecible e infinita tristeza…sabía que ya todo había terminado, y que nunca más le
sorprendería un nuevo amanecer… Con su
último suspiro, y como emergiendo de ese humor acuoso en que se había
convertido su campo visual, lo último
que vio… o creyó ver, fue esa sonrisa angelical y perturbadora,
que por error, y acaso por auto
conservación… hacía tiempo que creía olvidada… pero que ahora finalmente acudía
a su encuentro indulgente, conciliadora y resplandeciente como un sol….
Gustavo Rozas Valz.
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