Con la llegada de la
tecnología, se ha perdido casi totalmente la magia de la palabra manuscrita.
Quiero pensar que aquellos genios (de que lo son no hay duda) que se quemaron
las pestañas inventando mecanismos para facilitarnos la vida, que acortaron
distancias e hicieron posible conectar al mundo de antípoda a antípoda en
tiempo real, no contaron con esto.
Ahora, hasta las flores se
pueden mandar por internet: se escoge el arreglo en la web, se digitan unos
códigos y ya. Hasta las tarjetas vienen con poemas impresos, ajenos siempre, y
el mismo les puede llegar a cien mujeres a la vez, y las cien posiblemente suspiren
ante un detalle tan mecánico, frío y trillado.
Pero felizmente, entre
casi-totalmente y totalmente hay un abismo de abstracción. Siempre tendrá más
magia un poema malo propio y escrito a puño, que un lindo poema ajeno
pre-impreso por diez mil tiros. Nunca será igual una carta en papel amarillo y
escrita a mano de sólo tres renglones, que un frío e impecable correo
electrónico de mil palabras. Tampoco, nunca será igual la emoción de encontrar
un sobre bajo la puerta, con sus pintitas rojas y sus estampillas, que veinte
mensajes nuevos en la bandeja de entrada.
Los “Te quiero” tienen
también sus escalas, y entre una y otra hay abismos insondables, Un ‘Te quiero’
en una carta manuscrita nos deja la posibilidad de leerlo una y mil veces, podremos
acudir a él cuantas veces nos exija el corazón, podremos oler el papel
sugestionándonos con un aroma perdido -aun cuando aquella persona
posiblemente ya no nos quiera- ahí estará y lo volveremos a sentir
calándonos los huesos. De ahí, un poco más abajo, viene el ‘Te quiero’
susurrado al oído con el cosquilleo que produce su aliento, que siempre será
mejor al ‘Te quiero’ telefónico, aunque a ambos se los llevará el viento; todos
estos, siempre serán mejores a los ‘Te quiero’ virtuales.
Nada reemplazará nunca a la palabra
manuscrita. La escritura se inventó junto con el amor. Sin amor no hay
escritura, y sin escritura el amor no es tanto.
MAURICIO ROZAS VALZ
Justo ayer le comentaba a @reinadecapitada que aún guardo (y valoro), las cartas, postales y tarjetas escritas a mano que en estos años he recibido. Tienen otro feeling.
ResponderEliminarGuardo con cariño las tarjetas que me regalan mis sobrinos (9 y 3 años), sus hermosos poemas escritos a mano. Los dibujos que me regala mi sobrino mayor hechos a lápiz. Hay una magia especial en esos manuscritos, algo que ni el mejor computador tiene. Gracias Mauricio, por escribir cosas tan bonitas.
ResponderEliminarQue romántico!!
ResponderEliminarQue tierno
ResponderEliminarSi es cierto que las cartas llegadas por correo podrucen un no se que, deje de mandar postales cuando este correo Vzlano no funcionaba. Y sacaban tarde el correo. Nunca los deseos llegaban oportunos. Hoy FB o email puedo felicitar o mandar 1 com en el momento y me produce mucha alegria. Todo tiene su no se que!
ResponderEliminarGracias por comentar, Antonia. Y bueno, no digo que lo moderno no tenga encanto, todo gesto de amor nos llega. Sólo que no es igual.
EliminarMauricio (discúlpame si ya me atrevo a tutearte) es sorpresa grata ver que el romanticismo aún existe, que las cartas son apreciadas y hasta extrañadas por quien considera al igual que yo , que los medios de "comunicación" con los que contamos actualmente son fríos, distantes y no contienen ese calor tan humano que una carta escrita a puño y letra puede mantener en el tiempo. Para mi esa es la magia ... Como siempre ME ENCANTARON tus líneas. @Miososoto
ResponderEliminarMuchas gracias por todo lo que me dices
EliminarQue romantico! todavia guardo las cartas de mi esposo cuando eramos novios, tarjetitas, postales, jamas se compararan a escritos de una fria computadora. gracias mauricio por escribir tan bella reflexion!! abrazos!
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo contigo querido Mauricio, la tecnología se agradece, pero en temas del amor, sobra!!!
ResponderEliminarEsa manera tan cautivadora de escribir...tan tuya!
Anny
Qué bueno que te guste, Anny, gracias mil, como siempre.
EliminarEspectacular! Comparto tu sentir, amigo! Yo prefiero la palabra manuscrita, las cartas tradicionales, con todo el nerviosismo que entrañan, la impaciencia por recibirlas o enviarlas; poder tocar el papel, palparlo, olerlo... El mundo virtual es más rápido, pero insulso y vacío, como falsos tequieros, como comida tomada a toda prisa en macdonals.
ResponderEliminarBuen punto mi estimado. Y sí, es así. Un abrazo.
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