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domingo, 29 de abril de 2012

DE REYES Y REYEZUELOS



En las últimas semanas, hemos sido testigos de frecuentes ataques y reacciones airadas de algunas personalidades  -tanto locales como internacionales-  en contra de los movimientos antitaurinos y defensores de los animales en general.

Al respecto, es pertinente ponerles resaltador y que la sociedad en su conjunto tenga claro quién es quién; es decir: qué personalidades oscuras y retorcidas habitan tras los rostros, voces y sonrisas que directa o indirectamente influyen en la opinión pública, y qué otras  incluso conducen y deciden directamente sobre la administración de los estados.

El primero de esa lista  -por lo escandaloso, indignante y repugnante de sus actos-  es obviamente: Juan Carlos de Borbón (al que algunos denominan servilmente como: El Rey de España, pero que en realidad no es más que un pobre diablo), quien fue descubierto en su lado más perverso y sanguinario cuando, gracias a un afortunado accidente en el que se lesionó la cadera  (del cual desgraciadamente se viene recuperando), se filtraron en las redes y la prensa mundial; algunas fotos y videos donde se le ve matando de manera cobarde, cruel y salvaje a un pobre elefante; disparándole ‘a boca de jarro’ con un fusil de alto calibre y rematándolo de varios disparos a pocos centímetros de distancia… y así… sólo por el puro placer de hacerlo, porque para él es un vacilón matar animales muy grandes disparándoles de muy cerca, porque le parece muy divertido y emocionante hacerlo, porque para él es bonito pues… pregunto ¿qué pueden esperar los españoles bajo el reinado de un tipo tan insensible e imbécil? ¿Qué respeto puede inspirar en su pueblo un tipo de aficiones tan oscuras y vergonzantes? ¿Eso es un rey? ¿Con qué frescura en Europa se atreven a hablar despectivamente de Sudamérica, llamándola: ‘tercer mundo’ y llamándose a sí mismos: ‘primer mundo’, cuando aún existen en sus ‘evolucionados’ países: la matanza de focas, la tauromaquia, la fabricación de foie gras (embutido que se prepara colocando el pico de un ganso hacia arriba y llenándolo de comida hasta hacerlo reventar), y otras barbaridades más?

El segundo de la lista, es más bien local y bastante menos célebre que Juan Carlos de Borbón; estoy hablando concretamente del locutor radial: Raúl Vargas, quien días atrás, declaró ante los medios que había temas en el quehacer nacional mucho más importantes que el maltrato animal, y que a quienes defendíamos esa causa, deberían de clavarnos puyazos en el cuerpo con las mismas lanzas que utilizan los picadores para provocar dolor y herir de muerte a los toros. Decía Cicerón, que lo que más disgustaba al hombre de un animal, era lo que le veía de parecido en él, quizás por eso el odio soterrado de algunas personas por los toros que, a diferencia de los hombres, llevan su cornamenta con dignidad, belleza y carente de ignominia  (Esto me lleva a suponer, que quizás al señor Raúl Vargas le deben disgustar mucho las morsas, digo ‘quizás’ no lo sé de cierto).

El tercero de la lista es más sombrío aún, se trata del señor Peirano, quien –lamentablemente-  es nuestro Ministro de Cultura (con este ministro no esperemos grandes avances en esta importante cartera) quien hace algunos días, en un noticiero televisivo, declaró la misma estupidez que declaran todos los payasos del grupúsculo de intelectualoides huachafos al que pertenece, es decir: que es arte, tradición, parte de la cultura, y bla, bla, bla… en conclusión: que es una maravilla pues, eso de andar matando lentamente y con dolor a indefensos animales, que es muy bonito y edificante el ver, cómo a un pobre animal, inmisericordemente se le hace muchos agujeros en el lomo, que es muy enriquecedor culturalmente ver cómo sangra por el lomo y la boca, y finalmente muere sufriendo dolores indescriptibles, eso es hermoso para ellos, eso es arte puro, tanto así que aplauden y sonríen en señal de plenitud emocional… ese es nuestro ministro de ‘cultura’.

Pero bueno, no todo es malo, toda esta contracampaña lanzada por la gente que gusta de estas barbaridades, se da justamente porque ven que el fin de sus maldades está cerca. Saben positivamente que nada pueden hacer contra la nueva corriente mundial que, con el poder de ser mayoría y de ser las juventudes que en poco tiempo conducirán los destinos del mundo,  pronto se logrará instaurar en todo el mundo las leyes que al fin protejan a los animales de la crueldad humana.
MAURICIO ROZAS VALZ

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