“… Todo aquel que de la vida espera,
felicidad y tranquilidad, deberá necesariamente alejarse del camino que conduce
a una cultura superior…” F. Nietzsche.
Cuando se escucha en todas partes,
cuando se vè en las películas hablar de forma recurrente sobre el fin supremo
de alcanzar la felicidad, no puede uno hacer menos que cuestionarse en dónde puede
tener su origen tan ambiciosa aspiración.
Más aun, si tenemos en cuenta lo
penosa y ardua que ha sido para la humanidad a lo largo de toda su evolución e
historia la simple lucha por la supervivencia; en la que el simple hecho de
haber nacido, significa un azaroso golpe de suerte en millones de
probabilidades.
Para complicar más las cosas, es de por
sí un término bastante relativo, ese de “felicidad”, puès nadie sabe a ciencia
cierta, cuan extensos son sus dominios, como poco determinados son a su vez sus
supuestos linderos.
Y es que abarca supuestamente tanto y
nada, que ha terminado por convertirse en un concepto por demás vago e
incomprensible, de contenido absolutamente indeterminado.
Es por eso que pienso, que de lo único
que puede concretamente hablarse es de momentos, de chispazos de alegría y
satisfacción que nos sacuden del marasmo de lo cotidiano y que contrastan con
las desgracias, desventuras y frustraciones que ineluctablemente se nos
presentan a lo largo de la vida… Hablar de felicidad, sólo cabe, creo, como una
suerte de balance contable al final de
la vida… que nos arrojará saldo favorable, en la medida que no hayan sido
muchas las desventuras que nos haya tocado afrontar.
Pero nada nos hará paradójicamente más
infelices, que la búsqueda de la felicidad misma y, para los que pretendan
encontrarla en los bienes materiales ( que son de una gran ayuda) se darán
cuenta con el tiempo, que el apetito de lujo y placer se tornan directamente
proporcionales y cada vez queremos más y
más bienes, para poder sentirnos mejor y lo que es peor, sucede que más
pensamos en lo que aún no tenemos, que en lo que buenamente nos ha sido posible
-las más de las veces con muchísimo esfuerzo- finalmente conseguir.
Para los que buscan la felicidad en el
reconocimiento, el halago y la fama, el desencanto a la larga será igualmente
frustrante; aun para los que buscan el halago y reconocimiento de la
posteridad, que vale tanto como el actual, que finalmente no vale nada…
Y los que buscan la felicidad en el
amor de una mujer…quizá sean los más ilusos de todos. Más cuando sabemos que dicho
proceso no es mas que una sublimación del instinto para la conservación de la
especie… un cóctel químico y hormonal deflagrante que nubla la razón y que
opera soterradamente a través de arquetípicos
e inconscientes espejismos que nos inducen a asumir que, detrás de un rostro delicado y una
sonrisa angelical, (sofisticado señuelo evolutivo) se esconde un espíritu puro
y noble, confiable y leal…. Y lo más probable es que, con un poco de suerte, sólo
esconda a un ser frívolo, egoísta y manipulador, si es que no, acaso ignorante,
taimado y cruel… por lo tanto, duro de corazón y pobre de espíritu… con el
agravante actual de una generación
“border line”y nihilista que no parece tener claro cual es el imperio de la ética
y mucho menos de lo que puede o no ser moralmente correcto o incorrecto.
Lo mismo va para la amistad y para
cualquier relación social con nuestros pares, a cuyo amparo, se cocinan
siempre sibilinas rivalidades, rencores y envidias… ya lo dijo bien el sabio
Séneca, citado como epílogo de lujo por el Dr. Steckel en su libro “Psicoanálisis
de los sueños”:
“… No
es frecuente, pero es accidente, caer del carruaje o sufrir un naufragio… pero más graves son los peligros que enfrenta
el hombre en su trato diario con el hombre… las estructuras, crujen antes de
derrumbarse, el humo precede al incendio, la tempestad antecede a un naufragio…
pero la corrupción humana se agazapa cuidadosamente, y tanto más
cuidadosamente, cuanto más próxima está a estallar; no puedes confiar en los
rostros que te salen al paso, su apariencia es humana…pero su espíritu es
salvaje!. El hombre goza destruyendo al hombre…” por lo mismo cabe citar
oportunamente a Aristóteles cuando dice: “…Felicitas sibi sufficientium est…” (La
felicidad es de aquellos que se bastan a si mismos).
Es por todo ello, que ahora pienso que
tienen mucha razón los místicos orientales en su propuesta de procurar un viaje
interior, introspectivo… no buscar la felicidad fuera de nosotros, sino más
bien, procurar un profundo viaje interior, que resulta muy difícil de comprender
para las personas de nuestro mundo occidental , que viven más mirando hacia
afuera que explorando hacia
adentro… tal vez sea más acorde con
nuestra visión del mundo, seguir el sabio consejo del occidental maestro Shopenhauer en sus “Aforismos sobre la
sabiduría de la vida ” en el que propone, desterrar la peregrina idea de buscar
la felicidad que es intangible y quimérica, y tratar más bien de vivir cerrándole el paso
al dolor, que si es opresivamente real y tangible, que nuestro principal objetivo de vida sea el evitar sufrir, y no empecinarnos mas en esa angustiosa, estéril
y frenética carrera en pos de una siempre esquiva e inasible FELICIDAD…
Gustavo Rozas V.
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