En las últimas semanas, hemos
sido testigos de frecuentes ataques y reacciones airadas de algunas
personalidades -tanto locales como
internacionales- en contra de los
movimientos antitaurinos y defensores de los animales en general.
Al respecto, es pertinente
ponerles resaltador y que la sociedad en su conjunto tenga claro quién es quién;
es decir: qué personalidades oscuras y retorcidas habitan tras los rostros,
voces y sonrisas que directa o indirectamente influyen en la opinión pública, y
qué otras incluso conducen y deciden
directamente sobre la administración de los estados.
El primero de esa lista -por lo escandaloso, indignante y repugnante
de sus actos- es obviamente: Juan Carlos
de Borbón (al que algunos denominan servilmente como: El Rey de España, pero
que en realidad no es más que un pobre diablo), quien fue descubierto en su
lado más perverso y sanguinario cuando, gracias a un afortunado accidente en el
que se lesionó la cadera (del cual
desgraciadamente se viene recuperando), se filtraron en las redes y la prensa
mundial; algunas fotos y videos donde se le ve matando de manera cobarde, cruel
y salvaje a un pobre elefante; disparándole ‘a boca de jarro’ con un fusil de
alto calibre y rematándolo de varios disparos a pocos centímetros de distancia…
y así… sólo por el puro placer de hacerlo, porque para él es un vacilón matar
animales muy grandes disparándoles de muy cerca, porque le parece muy divertido
y emocionante hacerlo, porque para él es bonito pues… pregunto ¿qué pueden
esperar los españoles bajo el reinado de un tipo tan insensible e imbécil? ¿Qué
respeto puede inspirar en su pueblo un tipo de aficiones tan oscuras y
vergonzantes? ¿Eso es un rey? ¿Con qué frescura en Europa se atreven a hablar
despectivamente de Sudamérica, llamándola: ‘tercer mundo’ y llamándose a sí
mismos: ‘primer mundo’, cuando aún existen en sus ‘evolucionados’ países: la
matanza de focas, la tauromaquia, la fabricación de foie gras (embutido que se prepara colocando el pico de un ganso
hacia arriba y llenándolo de comida hasta hacerlo reventar), y otras
barbaridades más?
El segundo de la lista, es más
bien local y bastante menos célebre que Juan Carlos de Borbón; estoy hablando
concretamente del locutor radial: Raúl Vargas, quien días atrás, declaró ante
los medios que había temas en el quehacer nacional mucho más importantes que el
maltrato animal, y que a quienes defendíamos esa causa, deberían de clavarnos
puyazos en el cuerpo con las mismas lanzas que utilizan los picadores para
provocar dolor y herir de muerte a los toros. Decía Cicerón, que lo que más
disgustaba al hombre de un animal, era lo que le veía de parecido en él, quizás
por eso el odio soterrado de algunas personas por los toros que, a diferencia
de los hombres, llevan su cornamenta con dignidad, belleza y carente de
ignominia (Esto me lleva a suponer, que
quizás al señor Raúl Vargas le deben disgustar mucho las morsas, digo ‘quizás’
no lo sé de cierto).
El tercero de la lista es más
sombrío aún, se trata del señor Peirano, quien –lamentablemente- es nuestro Ministro de Cultura (con este
ministro no esperemos grandes avances en esta importante cartera) quien hace
algunos días, en un noticiero televisivo, declaró la misma estupidez que
declaran todos los payasos del grupúsculo de intelectualoides huachafos al que
pertenece, es decir: que es arte, tradición, parte de la cultura, y bla, bla,
bla… en conclusión: que es una maravilla pues, eso de andar matando lentamente
y con dolor a indefensos animales, que es muy bonito y edificante el ver, cómo
a un pobre animal, inmisericordemente se le hace muchos agujeros en el lomo,
que es muy enriquecedor culturalmente ver cómo sangra por el lomo y la boca, y
finalmente muere sufriendo dolores indescriptibles, eso es hermoso para ellos,
eso es arte puro, tanto así que aplauden y sonríen en señal de plenitud
emocional… ese es nuestro ministro de ‘cultura’.
Pero bueno, no todo es malo, toda
esta contracampaña lanzada por la gente que gusta de estas barbaridades, se da
justamente porque ven que el fin de sus maldades está cerca. Saben
positivamente que nada pueden hacer contra la nueva corriente mundial que, con
el poder de ser mayoría y de ser las juventudes que en poco tiempo conducirán
los destinos del mundo, pronto se
logrará instaurar en todo el mundo las leyes que al fin protejan a los animales
de la crueldad humana.
MAURICIO ROZAS VALZ