Hace
ya algunos meses, en un programa de tv dominical, vi una más de las miles de
escenas horriblemente vergonzosas que últimamente se han puesto de moda. Se
trataba de un muchachito idiota que dicen que es cantante y una conocida ex vedette
del medio farandulero.
Aquel
muchachito idiota (quién sólo pocos días
antes de ese programa ocupaba sendos titulares de diarios y noticieros de tv,
anunciando a gritos y escandalosamente su rompimiento definitivo e irreversible
con la ex vedette por infidelidad), ahora daba marcha atrás. Declaraba ante
cámaras (miles de personas) que estaba
dispuesto a perdonar y retomar su dizque ‘relación’. Y como condimento a su ya
bochornoso papelón, el muchachito idiota lloriqueaba como plañidera y sin ningún
pudor ante las cámaras. Además, aducía como infame argumento a su pequeño hijo,
lo que hacía más indignante aquella bochornosa escena; es decir… exponía y
utilizaba de manera ruin a un inocente niño para justificar su total ausencia
de dignidad, amor propio y noción del ridículo.
Algo
parecido ocurrió tiempo atrás con un cómico anciano, quién también, luego de
hacer tremendo escándalo anunciando indignado y entre lágrimas que rompía su
relación porque le habían chantado un hijo ajeno… al poco tiempo regresó con
aquella mujercita, quién no tuvo reparos en jugar con algo tan delicado como un
niño para atrapar un hombre con relativa fortuna; y éste viejo idiota… no tuvo mejor
idea que contar chistes sobre sus cuernos, como si así pudiera tapar todo el
manto de ignominia que cubría toda esa vergonzosa situación.
Pero
esto es sólo el reflejo mediático de una penosa realidad. Hace unos meses, una
amiga me contaba que había conocido a un hombre que le había movido el piso, y
que entonces había decidido dejar a su novio de hace siete años por él. Me
contó además, que a ella no le gustaba mentir y que en una última conversación
le había contado toda la verdad sobre su nuevo romance. Pero bueno, hasta ahí
la historia no tendría nada de especial, esto pasa todos los días. Lo penoso
fue que, hace un par de semanas me la encontré caminando en un supermercado y
bien abrazada con su -para mí- ex novio. A él se le veía muy contento y
además me saludó con mucha efusividad… yo respondí el saludo en automático y
sin salir de mi estupor. Al día siguiente me llamó mi amiga en ataques de risa
para comentarme lo graciosa de mi expresión de sorpresa que no pude disimular.
Me contó que, sobre la marcha de las dos primeras semanas de relación con su
nuevo novio, había visto “cosas que no le gustaron mucho”… entonces… decidió
dejarlo ahí y retomar su relación con su ex, quien aceptó casi inmediatamente
¿…? No pude resistir el preguntarle: - ¿luego de todas las escenas de indignación
que protagonizó? ¿Luego de llamarte ‘puta’ en todos los idiomas y hasta la
saciedad, e ir a contarle lo sucedido en llantos a todo el mundo y hasta a tu
madre?... no puedo creerlo (… ) - es que tú eres muy machista, cholito, ya las
cosas cambiaron… me respondió.
Y para demostrar que no subyace machismo alguno… pondré otros
tantos ejemplos muy cercanos pero al revés… de mujeres que soportan toda clase
de humillaciones en nombre de lo que llaman (al igual que los arriba
mencionados) ‘amor’. Hace algún tiempo, una conocida tuvo la desgracia de caer
en manos de un hombre casado, quién, para variar, le hizo el viejo cuento del
‘separado’, (cuento más viejo que el ‘tumi de oro’), y le prometió que
inmediatamente iniciaría sus trámites de divorcio para casarse con ella. Pasó
cerca de un año, y ante la presión de ella… le dijo que tenía ‘problemas’ para
concretar su divorcio y que tenía que pasar más tiempo con su esposa y su
pequeño hijo. Luego de eso, vi a esta mujer muy segura y decidida a terminar
esa complicada relación… muy valiente, ella mostraba un orgullo enajenado… y al
poco tiempo… nuevamente retomó esa relación ante una nueva promesa de reiniciar
el tema del divorcio.
Hasta
ahí -y por principio- podríamos darle el beneficio de la duda… pero
al poco tiempo… el tipo otra vez le dijo que no se podía divorciar… y que es
más, pensando en su hijo había decidido retomar la relación con su esposa. Ella sufrió mucho, se había obsesionado con
aquel despreciable tipo. Pero nuevamente, hasta ahí, se podría hablar de una
relación fallida más y que llegó a su final por imposibilidades infranqueables,
pero no… hace sólo una semana los vi otra vez juntos. Incluso ella - sin
ruborizarse de la vergüenza- lo llevó de
la mano a una parrillada donde estaban todos sus amigos y amigas a los que
había contado entre lágrimas cómo la había dejado por segunda -y definitiva- vez y el sufrimiento que todo
esto le causaba. La situación era clara, esta chica había decidido aceptar el
denigrante papel de ‘la otra’ por el resto de los tiempos ¿a eso puede llamársele ‘amor’?
He
visto también a más de una amiga humillarse soportando engaños, relaciones
paralelas y toda clase de maltratos emocionales y físicos en nombre del ‘amor’.
Tengo una conocida que es profesional con dos maestrías y un hermano abogado… a
ella, cada cierto tiempo la veo con un moretón diferente y hace varios años que
soporta a un marido que la golpea cada que se emborracha y además tiene otra
familia en otro distrito… pero… ‘ay de quién ose rajar de su maridito’ sólo
cuando está recién golpeada llora, luego se le pasa y lo defiende como leona…
¿ustedes entienden algo?
Todos
los ejemplos arriba mencionados obedecen a conductas envilecidas y tienen todas
como causal común, lo que -creo- se conoce erradamente como ‘amor’. Al menos, a
mí me enseñaron que amor era afecto, cariño, entrega, solidaridad, respeto,
consideración, sinceridad, lealtad, desprendimiento, generosidad y hasta
piedad; todo eso se podía expresar en una sola palabra llamada ‘amor’. Me
pregunto… ¿en qué momento se incluyó como manifestación de amor al engaño, a la
desconsideración, a la deslealtad, a las humillaciones, a los golpes y a las
ofensas? No lo sé. Quizás, supongo, la real academia de la lengua tendría que
pensar en una nueva palabra que englobe todo lo sublime… y dejarle por uso,
costumbre y ocupación la palabra ‘amor’ a toda esta clase de pasiones
vergonzosas, denigrantes y viles.
MAURICIO
ROZAS VALZ
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