¿El trabajo dignifica? No pues, no le atribuyamos virtudes que no
tiene. El trabajo simplemente es necesario. Es, simplemente, el más antiguo y
conocido método para la subsistencia. El delincuente que planea y ejecuta un
asalto o un “pase” de droga, también está trabajando; quizás tanto o más que un
burócrata del estado que cobra por rascarse la barriga.
Entonces, debemos de admitir que el trabajo en sí no puede ser digno ni
indigno; será únicamente limpio o sucio, legal o ilegal, según el caso. La
dignidad es cualidad consustancial a la calidad de la persona, independientemente
del trabajo que realice (o no realice).
Tampoco se
puede condenar o tildar de indigna o proscribir a la persona que no trabaja por
el simple hecho que no lo hace, ya sea porque heredó una gran fortuna o porque
a sus padres, abuelos o esposa les da la gana de mantenerlo. No pues, no es
así, a eso se llama envidia, envidia pura, y quizás con todo derecho, (la envidia
también puede ser legítima y no necesariamente tiene que ser condenable).
Sino,
miremos a nuestro alrededor, ¿cuántas personas conocemos que trabajan quince
horas diarias y de dignas no tienen nada? Y ¿Cuántas también conocemos que no
hacen nada, sin embargo su dignidad se mantiene intacta?
En tanto la
condición de “ocioso” de alguna persona no nos perjudique, no tenemos ningún
derecho a criticarle, menos a condenarle.
Entendámonos
pues, el trabajo no nos hace mejores ni peores personas, simplemente nos
permite la subsistencia. Desde aliviar el hambre llevándonos un pan a la boca,
hasta satisfacer nuestros más estrafalarios caprichos, según nuestra realidad,
nada más.
MAURICIO
ROZAS VALZ
Totalmente de acuerdo, así es !!
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