Cuán frágiles pueden ser las
relaciones humanas, es muy delgado el hilo que nos une. Cuán fácilmente se va
todo al diablo. Cuántos amigos y cuántas parejas pasan por nuestra vida y
comparten cortos y largos caminos con nosotros. De pronto todo queda reducido
en minutos a una página más de nuestra inédita biografía.
Tan sólo un chisme, un malentendido o
una frase mal articulada, pueden desembocar en el rompimiento definitivo de una
relación que parecía muy sólida. El hastío, el desgaste del día a día, hasta un
simple timbre de voz puede llegar a hartarnos. ¿Cómo dos personas que alguna
vez se amaron hasta la desesperación, hoy pueden odiarse tanto? (Y lo que es
peor… ni siquiera recordarse con claridad). ¿Qué es eso que conjura para que
una tarde de un día, quizá sin saberlo, sea la última tarde que compartimos con
aquel amigo del que nos despedimos diciendo: “hablamos mañana”? ¿Qué poder
interviene en aquellas noches, en que una larga relación llega a su final
irreversiblemente? ¿Cómo es que nuestra agenda cambia la mayor parte de nombres
cada vez que la renovamos en enero? ¿Cómo es que desechamos cientos de nombres,
números telefónicos y direcciones periódicamente? ¿Cómo es que nos engañamos creyéndonos
muy sensibles y olvidamos rostros, voces y olores como quien olvida llaves? ¿Cómo
es que sólo lloramos a mares la muerte de quien tenemos cerca, y ya no tanto
cuando media tiempo y distancia, al margen del grado de vinculación?
Cuán equivocados estamos cuando nos
creemos inolvidables para tales o cuales personas… cuyos rostros empezamos a
imaginar borrosos. Qué frío penoso sentimos al saludar a personas que alguna
vez quisimos y no veíamos por mucho tiempo; qué extraña sensación de no saber qué
decir; qué vacío nos invade al descubrir que ya no hay nada que compartir. Qué vergüenza nos da decir: ‘no te pierdas’
‘llama pues’ a sabiendas de su falsedad.
(Después de todo… qué bendición que así
sea. Pensándolo bien, qué infernales serían nuestras vidas si no supiéramos
olvidar).
MAURICIO ROZAS VALZ
No sé si serían infernales nuestras vidas, lo que si tengo claro es que vivimos el tiempo de la liquidez, todo se liquida a cambio de lo que se cree es el mejor postor y nadie lo es.(En realidad no lo somos)
ResponderEliminarSí, liquidez, Baumann lo grafica muy bien en 'Amor Líquido'
EliminarGracias Sandra.
A veces creemos que los sentimientos son eternos, ya sean de amor o fraternidad, pero el tiempo nos demuestra todo lo contrario. Mauricio, muy cierta la última frase que dijiste "Qué infernales serían nuestras vidas si no supiéramos olvidar"
ResponderEliminarGloria Murillo
el olvido da paz, Gloria, pero me asusta también.
EliminarGracias
Hay personas en nuestras vidas que por mucho tiempo que pase, permanecen intactas en nuestra memoria, incluso en nuestros sueños. Quizás esas personas lograron tocar nuestras almas, y eso hace que siempre estén retumbando en nuestros pensamientos... El vínculo que existe a pesar del tiempo y la distancia, es inquebrantable, allí no cabe la fragilidad... Tenemos el poder de mantener vivos los recuerdos más gratos de nuestras vidas y desechar los que nos han traído dolor.
ResponderEliminarNo sé por qué me parece reconocer esa redacción. Gracias por comentar.
ResponderEliminarEs extraño pero es imposible que puedas reconocerla, pues no la he tomado de ningún lugar, te sigo en el twitter pero tú a mi no, así que en tal caso, no me has leído... Al leer lo que plasmas en esta ocasión, se me vinieron a la mente esas personas que a pesar de los años y la distancia que nos separa, se mantienen intactos en mi memoria. Gracias a Dios! porque es gratificante poder contar con esos hermosos recuerdos...
ResponderEliminarÉxitos.
Y bueno, te empezaré a seguir. Gracias otra vez.
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