I
Luis
Felipe conoció a Laura en un desfile de modas de una marca de zapatos italiana
al que asistió de pura casualidad, ya que en realidad no fue invitado. Su prima
Alicia le pidió que la acompañase porque no quería ir sola. Al principio opuso
cierta resistencia. Se preguntaba qué diablos tenía que hacer él en un desfile
de modas de zapatos para mujer, y encima pensó que, acompañado por su prima, no
tendría muchas opciones de conocer a nadie. Pero luego de alguna vacilación,
finalmente su prima Alicia lo convenció.
Llegaron
puntuales al local y se ubicaron en primera fila hasta que comenzó el desfile.
La primera en salir sería Laura, quien no dejó de mirar fijamente a los ojos de
Luis Felipe durante todas las veces que le tocó salir a la pasarela. Siendo tan
evidente el interés de Laura por él, Luis Felipe le pidió a su prima que,
terminando el desfile, regresara sola a
su casa. Le explicó que quería acercarse a aquella modelo para conocerla. Alicia
se molestó mucho, y haciendo una pequeña escena, le dijo: ¿Por conocer a esa descarada me vas a dejar en ridículo? ¿Te das cuenta
de la clase de mujer que puede ser? ¿Cómo podía saber que yo era tu prima y no
tu mujer para clavarte la mirada sin ningún disimulo ni consideración hacia mí?
Jódete pues, así son de estúpidos los hombres, les encanta las putillas… Tomó
su cartera y salió a paso ligero del local, ruborizada de furia.
En
efecto, Luis Felipe esperó a la modelo que lo había encandilado parado en la
puerta de aquel local, hasta que ella salió y entonces la abordó. Obviamente no
le fue muy difícil, ya que con los mutuos intercambios de miradas minutos antes
todo estaba muy claro. Intercambiaron nombres y él le propuso ir a un bar de
moda para conversar, pero ella no aceptó. Le dijo que tenía una hija llamada
Gabriela de seis años de edad, a la que tuvo cuando ella tenía dieciocho y a
quien tenía que ayudar en sus tareas y luego hacerla dormir. Entonces él se
ofreció a llevarla a su casa y le sugirió que en el camino irían conversando y
conociéndose poco a poco.
Al día
siguiente Luis Felipe la invitó a almorzar. Salieron los tres: Luis Felipe,
Laura y la pequeña Gabriela; la pasaron
muy bien. En la noche ya saldrían los dos solos. La química entre ellos fue
inmediata e iniciaron desde esa misma noche un tórrido romance con la inocente
anuencia de la pequeña Gabriela.
Todo
iba muy bien y pasado un mes de relación, Luis Felipe decidió presentarla a su familia. La noticia de la
nueva novia de Luis Felipe no cayó muy bien a sus conservadores padres. El
hecho de que ella tuviera una hija, sumado a la cizaña que metiera la prima Alicia,
quien contó a todos en una reunión familiar la forma en que Laura coqueteó
descaradamente a Luis Felipe delante de ella… hicieron que la familia le
tuviera desde el comienzo cierta reticencia.
Todo
esto de la desaprobación de su familia importó muy poco a Luis Felipe. Casi
todos los días recogía a Laura de su casa para llevarla a los diferentes
eventos en que participaba, e incluso algunas veces recogía a Gabriela del colegio
para llevarla a su casa. Aprovechaban los fines de semana para estar juntos, ya
que ella entre semana se hacía dejar muy temprano en casa porque, como ya le
había dicho muchas veces, ella era una madre muy responsable y nadie sino ella
podía encargarse mejor de su hija.
II
Corría
el año 1997 y la selección nacional de fútbol del Perú se preparaba para
enfrentar a la de Colombia por las eliminatorias para el “Mundial de Fútbol
Francia 98”. Perú jugaba de visitante. Para ser más exactos, el partido fue en
Barranquilla un miércoles 30 de abril de 1997. Los amigos de Felipe lo
invitaron a ver el partido y tomar unas cervezas en el departamento nuevo de su
amigo Ignacio. Luis Felipe tuvo que mentir a Laura para poder ir, ya que Laura
era particularmente posesiva y sabía en el fondo que, pese al buen trato que
recibía de los amigos de Luis Felipe, tampoco ella era de su total agrado. Le dijo
que se quedaría solo en casa viendo el fútbol porque era día de semana y el
jueves tendría que trabajar desde temprano. Se despidió de ella por teléfono,
lo apagó y partió entusiasmado rumbo a casa de Ignacio, no sin antes pasar por
una estación de servicio para comprar unas cervezas.
Llegó
a casa de Ignacio con el tiempo justo. No bien se sentó y arrancó el partido.
Perú tomo la iniciativa, pero durante el primer tiempo no hubo goles. En el
entretiempo, Luis Felipe se encerró en el cuarto de servicio donde no llegaba
la bulla y llamó a Laura. Le remordía la conciencia por haber mentido y sólo
quería darle las buenas noches y decirle lo mucho que la amaba. Marcó hasta en
cuatro oportunidades y nada, sólo el angustiante: ‘si desea, deje su mensaje en la casilla de voz…’ Así que regresó a su ubicación cuando arrancaba
el segundo tiempo. La cosa parecía seguir igual, y en eso, de la voz agitada de
Micky Rospigliosi que todos escuchaban mientras veían el partido, se oyó: -la
apura Carazas, la toma Pereda, patea y goooooooool peruanoooooooo, de larga
distancia, gooooooooooooooolazo del chinito Pereda, gooooooooooool- Saltaron todos hasta el techo. Se sentía
retumbar todo el edificio de los saltos. Todos se abrazaron. El partido
continuó hasta que terminó con triunfo de Perú sobre Colombia en calidad de
visitante con gol de larga distancia del ‘Chino’ Pereda.
Luis
Felipe, Ignacio y toda la patota estaban muy contentos y algo ebrios por las
cervezas que habían bebido. De pronto, Ignacio se paró en su mesa de centro y
les dijo a todos: -Bueno señores, esto merece una celebración de verdad. Vamos todos a ‘La
Meca’, la tía Mimí me llamó el lunes y me contó que tenía carne fresca que recién
le había llegado de Chile y que fuéramos a ver el ‘material’ sin compromiso.
Por dinero ni se preocupen. Esta noche Ignacio paga… Yeeeeeeee… gritaron todos (excepto Luis Felipe) y subieron a sus
carros y partieron en caravana hacia ‘La Meca’.
Llegaron,
parquearon los autos en el estacionamiento privado de ‘La Meca’ y entraron
todos abrazados al salón principal. No bien estaban acomodándose en una mesa y…
oh sorpresa… Luis Felipe creyó ver a Laura sentada en la barra de aquel night
club. Se frotó los ojos y pensó que debía tratarse sólo de alguien muy parecida.
Sus amigos se quedaron paralizados al ver lo que allí vieron. En sólo unos
segundos se les pasó la borrachera y Luis Felipe se acercó hasta estar cara a
cara… y sí, era Laura, ya no había dudas. Montó en furia y la tomó de los pelos
arrastrándola hasta la puerta. Inmediatamente aparecieron tres guardaespaldas
negros muy altos de no menos de cien kilos de peso cada uno y tomaron a Luis
Felipe de los brazos y lo echaron del local a empellones y patadas en el
trasero.
Sus
amigos fueron en su auxilio y lo recogieron del piso totalmente magullado y con
la ropa hecha jirones. Él les pidió que
lo soltaran y que lo dejaran en paz. Intentó descargar su furia con Ignacio culpándolo
de lo sucedido. Le dijo que si no fuera por su magnífica idea de ir a ese lugar
nada de eso habría pasado. Ignacio lo mandó a rodar. Le dijo que él no tenía la
culpa de que su novia fuera una puta y que se dejara de huevadas. Casi se
agarraron a golpes hasta que nuevamente se acercó la seguridad del local y les pidió
que se fueran.
Luis
Felipe tomó su auto rumbo a su casa, y mientras manejaba pensaba en voz alta: -Pensándolo
bien… sí, Ignacio tiene razón, él no tiene la culpa de nada. La culpa la tiene
ese hijo de puta del ‘Chino’ Pereda. Si no metía ese gol de mierda ya estaría
yo durmiendo en casa y mañana me hubiera encontrado con Laura a las siete como
todas las noches. ¡Chino de mierda! ¡Hijo de puta!
MAURICIO
ROZAS VALZ