La imaginé a mi lado
Por siempre igual
Queriéndome igual que siempre como yo a ella
Conservando su rostro, sus ojos, sus manos
Siempre iguales
Y yo también igual
Queriéndola igual que siempre
Y mi rostro y mis manos también
Que no se iba nunca
Que no me iba nunca
Que se quedaba allí, recostada a mi lado
Mirándome, sonriéndome, besándome
Para siempre
Sí, para siempre
Que no se cansaba nunca de mí
Ni yo tampoco de ella
Que toda la vida estaría conmigo, allí, siempre igual
Queriéndome igual
Tanto como yo a ella
Gustándome igual
Como yo a ella
Así lo soñé, así lo creí
Y así me hubiese gustado que fuera
MAURICIO ROZAS VALZ
Hermoso sería que así fuera la realidad, pero sabemos que no lo es. Melancólico pero igual, muy bello poema.
ResponderEliminarGloria Murillo V.
Gracias, Gloria.
EliminarMe atrevo a decir que todo el que lea esto, automáticamente piensa en su amor eterno y en la maayoría de los casos... Amor secreto...
ResponderEliminarSi eso sucediera, es que el poema llegó
EliminarCréeme que llegó... Los que no lo han vivido, estarán eternamente sumergidos en su propia utopía, anhelando estar en los brazos de ese ser amado.
ResponderEliminarÉxitos.
Qué bueno entonces, esa era la idea
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