Vistas de página en total

jueves, 15 de mayo de 2014

DEGRADÉ







Desde que empecé a usar redes sociales, hace aproximadamente diez años, me he percatado de un fenómeno revelador –y particularmente desalentador- en cuanto a las transformaciones (casi siempre para mal) de los vínculos amorosos entre parejas. Obviamente, si estoy hablando de parejas, me refiero a ambos sexos, pero es más común en mujeres la costumbre de publicar fotos y comentarios sobre sus relaciones amorosas en las redes sociales. He visto con tristeza los cambios -en algunos casos en años y en otros en meses- de las relaciones de pareja de muchas de mis amigas, lo que me ha llevado a hacer el presente análisis.

Funciona más o menos así:

Primero cambia la situación sentimental con un corazoncito y otras frases con las que se anuncia el inicio de un nuevo amor, de un cambio maravilloso en sus vidas; todo esto generalmente acompañado con el nombre y la foto del afortunado nuevo inquilino de su corazón. La foto del perfil es cambiada automáticamente por una nueva en brazos del susodicho. En los días posteriores, se leen con frecuencia intercambios de cursis pero sinceras frases de amor y de entrega: te quieros van… te amos vienen… te adoros van… te extraños vienen… y así… muchas veces adjuntas a fotos de románticos besos y abrazos en piscinas y paisajes costeros y lugares mágicos o exóticos; besos y más besos; te amos y más te amos; mi amor por aquí, mi vida por allá; al punto en algunos casos de no poder evitar sentir algo -o mucho- de sincera, pero comprensible envidia.

Luego de unos meses, en muchos casos, dan el paso siguiente; es decir… pasan a la situación de ‘comprometidos’ y anuncian su próxima boda con bombos y platillos y decenas y cientos de felicitaciones y de buenos deseos –entre falsos y sinceros- de muchos de  sus contactos y amigos. Fotos de la cena del compromiso con las familias y amigos y con particular énfasis en el anillo; risas y sonrisas por doquier, padres abrazados y todo es felicidad. En las semanas posteriores anuncian y publican todos los detalles de la locación y de los preparativos de la boda. Piden consejos de catering y de empresas que organicen eventos y así… hasta la fecha programada.

Llegó la fecha de la boda y, cuando se llega a esta etapa, es cuando saturan la memoria de sus computadoras con –literalmente- miles de fotos, las cuales, sumadas a las otras miles de la Luna de Miel que suben a sus cuentas a cada minuto, logran sinceramente agotar. Pero, cuando se trata de alguien que realmente apreciamos, lo toleramos porque en realidad nos alegra y conmueve ver a alguien querido derrochando dicha. En las semanas y los meses posteriores a esta etapa, todo es felicidad. 

Pasan los meses y un nuevo –y esperado- anuncio llega al fin: será mamá… nuevamente llueven por decenas y cientos las felicitaciones y los sinceros –y falsos- deseos de que todo salga bien. En esta etapa anuncian cada kilo que suben, y cada semana que pasa publican una nueva foto de su ecografía (nunca he distinguido nada en esas ecografías por más esfuerzos que hice. En serio). Ya con el sexo, la fecha aproximada de nacimiento y hasta el nombre de la criatura definidos, se comienza a observar algunos atisbos de un nuevo orden de prioridades, aunque no tan evidente. 

Llega la fecha del nacimiento… y nuevamente se saturan las memorias de las computadoras, y está vez las fotos pueden llegar a decenas de miles (todas siempre me parecieron la misma. En serio). Suben una cada cuarto de hora. Pero nuevamente, si se trata de alguien querido, nos llega a conmover sinceramente y toleramos las decenas de miles de fotos que saturan nuestros muros. En las semanas y meses posteriores seguirán llegando las fotos: de la semana, del mes, del otro mes, de la comida, de la leche, del vómito, del primer diente, del segundo, videos de los balbuceos y hasta de los pedos y etcétera. Es en esta etapa que ya deja de ser un atisbo y el nuevo orden de prioridades se hace evidente. Aquel que fue primero un feliz novio y luego esposo, sale una vez cada diez mil fotos y de casualidad. Ya casi ni se le nombra y los te quieros y los te amos pasaron a la historia. La foto del perfil hace rato que dejó de ser la de la parejita feliz y ahora todo es la criatura… todo.

Pasan unos pocos años y ya nunca más el amado esposo vuelve a aparecer en una foto importante. Las fotos del perfil van cambiando: primero con el bebé en brazos, luego con el niño ya parado y caminando, luego abrazando al niño y, poco tiempo después… y ya cuando el niño empieza a ir al nido, la foto del perfil vuelve a ser de ella sola; reinventada y lozana, nuevamente guapa y atractiva; muchas veces con ropa de gimnasio y aún más guapa que cuando era soltera. Luego de esto, a veces se anuncia un nuevo embarazo y el ciclo se repite. 

Pasó el tiempo, y el otrora afortunado novio y esposo ya solo aparece en una que otra foto de algunos eventos sociales, a su lado y con una tibia mano apoyada en su hombro, siempre acompañados de otras personas, ya nunca más solos ni dándose besos en los labios ni con las manos en los hombros y en la cintura. Poco a poco él va desapareciendo de los álbumes de fotos, ya casi nunca se le menciona, salvo eventos, bautizos o primeras comuniones y, lo más triste de todo, es que quizás a él ya tampoco le importe… y la vida sigue igual hasta que uno de los dos – o los dos- decide tener un nuevo amor, ya sea en la clandestinidad o anunciándolo en su perfil a los cuatro vientos con separaciones y desgastantes divorcios, muchas veces con insultos y frases hirientes a manera de indirectas o descaradamente directas (para regocijo de sus secretos –y no tan secretos- enemigos). 



MAURICIO ROZAS VALZ.

2 comentarios:

  1. nada como ser libre, y muy a pesar de estar dentro de una relación, bien ahí mi querido Mau, besos

    ResponderEliminar