Desde que empecé a usar
redes sociales, hace aproximadamente diez años, me he percatado de un fenómeno
revelador –y particularmente desalentador- en cuanto a las transformaciones
(casi siempre para mal) de los vínculos amorosos entre parejas. Obviamente, si
estoy hablando de parejas, me refiero a ambos sexos, pero es más común en
mujeres la costumbre de publicar fotos y comentarios sobre sus relaciones
amorosas en las redes sociales. He visto con tristeza los cambios -en algunos
casos en años y en otros en meses- de las relaciones de pareja de muchas de mis
amigas, lo que me ha llevado a hacer el presente análisis.
Funciona más o menos así:
Primero cambia la situación
sentimental con un corazoncito y otras frases con las que se anuncia el inicio
de un nuevo amor, de un cambio maravilloso en sus vidas; todo esto generalmente
acompañado con el nombre y la foto del afortunado nuevo inquilino de su
corazón. La foto del perfil es cambiada automáticamente por una nueva en brazos
del susodicho. En los días posteriores, se leen con frecuencia intercambios de
cursis pero sinceras frases de amor y de entrega: te quieros van… te amos
vienen… te adoros van… te extraños vienen… y así… muchas veces adjuntas a fotos
de románticos besos y abrazos en piscinas y paisajes costeros y lugares mágicos
o exóticos; besos y más besos; te amos y más te amos; mi amor por aquí, mi vida
por allá; al punto en algunos casos de no poder evitar sentir algo -o mucho- de
sincera, pero comprensible envidia.
Luego de unos meses, en muchos
casos, dan el paso siguiente; es decir… pasan a la situación de ‘comprometidos’
y anuncian su próxima boda con bombos y platillos y decenas y cientos de
felicitaciones y de buenos deseos –entre falsos y sinceros- de muchos de sus contactos y amigos. Fotos de la cena del
compromiso con las familias y amigos y con particular énfasis en el anillo; risas
y sonrisas por doquier, padres abrazados y todo es felicidad. En las semanas
posteriores anuncian y publican todos los detalles de la locación y de los preparativos
de la boda. Piden consejos de catering y de empresas que organicen eventos y
así… hasta la fecha programada.
Llegó la fecha de la boda y,
cuando se llega a esta etapa, es cuando saturan la memoria de sus computadoras
con –literalmente- miles de fotos, las cuales, sumadas a las otras miles de la
Luna de Miel que suben a sus cuentas a cada minuto, logran sinceramente agotar.
Pero, cuando se trata de alguien que realmente apreciamos, lo toleramos porque
en realidad nos alegra y conmueve ver a alguien querido derrochando dicha. En las
semanas y los meses posteriores a esta etapa, todo es felicidad.
Pasan los meses y un nuevo
–y esperado- anuncio llega al fin: será mamá… nuevamente llueven por decenas y
cientos las felicitaciones y los sinceros –y falsos- deseos de que todo salga
bien. En esta etapa anuncian cada kilo que suben, y cada semana que pasa
publican una nueva foto de su ecografía (nunca he distinguido nada en esas
ecografías por más esfuerzos que hice. En serio). Ya con el sexo, la fecha aproximada
de nacimiento y hasta el nombre de la criatura definidos, se comienza a
observar algunos atisbos de un nuevo orden de prioridades, aunque no tan
evidente.
Llega la fecha del
nacimiento… y nuevamente se saturan las memorias de las computadoras, y está
vez las fotos pueden llegar a decenas de miles (todas siempre me parecieron la
misma. En serio). Suben una cada cuarto de hora. Pero nuevamente, si se trata
de alguien querido, nos llega a conmover sinceramente y toleramos las decenas
de miles de fotos que saturan nuestros muros. En las semanas y meses
posteriores seguirán llegando las fotos: de la semana, del mes, del otro mes,
de la comida, de la leche, del vómito, del primer diente, del segundo, videos
de los balbuceos y hasta de los pedos y etcétera. Es en esta etapa que ya deja
de ser un atisbo y el nuevo orden de prioridades se hace evidente. Aquel que
fue primero un feliz novio y luego esposo, sale una vez cada diez mil fotos y
de casualidad. Ya casi ni se le nombra y los te quieros y los te amos pasaron a
la historia. La foto del perfil hace rato que dejó de ser la de la parejita
feliz y ahora todo es la criatura… todo.
Pasan unos pocos años y ya
nunca más el amado esposo vuelve a aparecer en una foto importante. Las fotos
del perfil van cambiando: primero con el bebé en brazos, luego con el niño ya
parado y caminando, luego abrazando al niño y, poco tiempo después… y ya cuando
el niño empieza a ir al nido, la foto del perfil vuelve a ser de ella sola;
reinventada y lozana, nuevamente guapa y atractiva; muchas veces con ropa de
gimnasio y aún más guapa que cuando era soltera. Luego de esto, a veces se
anuncia un nuevo embarazo y el ciclo se repite.
Pasó el tiempo, y el otrora
afortunado novio y esposo ya solo aparece en una que otra foto de algunos
eventos sociales, a su lado y con una tibia mano apoyada en su hombro, siempre
acompañados de otras personas, ya nunca más solos ni dándose besos en los
labios ni con las manos en los hombros y en la cintura. Poco a poco él va
desapareciendo de los álbumes de fotos, ya casi nunca se le menciona, salvo
eventos, bautizos o primeras comuniones y, lo más triste de todo, es que quizás
a él ya tampoco le importe… y la vida sigue igual hasta que uno de los dos – o
los dos- decide tener un nuevo amor, ya sea en la clandestinidad o anunciándolo
en su perfil a los cuatro vientos con separaciones y desgastantes divorcios,
muchas veces con insultos y frases hirientes a manera de indirectas o
descaradamente directas (para regocijo de sus secretos –y no tan secretos- enemigos).
MAURICIO ROZAS VALZ.
nada como ser libre, y muy a pesar de estar dentro de una relación, bien ahí mi querido Mau, besos
ResponderEliminarBesos y gracias, Marga querida.
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