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viernes, 12 de abril de 2013

AL CABALLO, CON AMOR








I

Siendo aún adolescente, gracias a un compañero de salón del colegio, quien hacia finales de la secundaria se convertiría en uno de los mejores amigos que he tenido en la vida (amistad que aún conservo a pesar de haber pasado más de treinta años), tuve la oportunidad de tener contacto con esta maravillosa especie llamada: ‘caballo’.  

Mi amigo José Miguel, tenía una hacienda en las afueras de la ciudad, aproximadamente a 70 Km y 45 minutos por carretera. Hacia mediados de la década de los ochenta, solía acompañarlo algunos fines de semana a pagar los jornales a los trabajadores. Fue en esas circunstancias que conocí a sus caballos, que por entonces tenía cuatro. Me enseñó con paciencia todo el proceso de ensillado y las técnicas básicas del jineteo. Me consta el cariño y dedicación con que mi amigo trataba a sus hermosos animales, quienes eran permanente asistidos por veterinarios ante cualquier comportamiento extraño; también eran aseados y acicalados con frecuencia… y siempre se les premiaba con piedras de azúcar y abundante agua luego de ser cabalgados.

Fue gracias a todo el tiempo que pasé junto a estos nobles animales, y a la experiencia de desplazarme montado en ellos por el campo, que logré establecer un vínculo de cariño y respeto eternos con esta maravillosa especie. Lamentablemente, por equis circunstancias que no vienen al caso, tuve que mudarme de ciudad y aquel contacto se perdería para siempre.

El intento por retomar contacto con esta especie en la capital, fue muy frustrante… además de decepcionante; pues los criadores capitalinos no se parecían en nada a mi amigo José Miguel. Lo que encontré fueron muchos celos, vanidades y competencias entre criadores… y absolutamente ninguna compenetración ni amor ni contacto físico con sus animales.  Encontré un comercio despiadado entre estirpes y corriente de sangre que incluían: servicios de monta de machos campeones de raza a precios astronómicos, servicios de vientre de yeguas para sacarles crías sin ninguna consideración ni descanso, ventas y sacrificios de crías según nacieran de acuerdo al patrón y demás formas de maltrato. La decepción fue total; nunca más vi a un criador bañar ni pasar las rasquetas ni cepillar las crines ni mucho menos premiar con piedras de azúcar a sus animales… eso, simplemente, nunca más lo volví a ver… fue a raíz de todo eso que decidí alejarme para siempre de ese frívolo e insensible mundo.


II

El caballo (equus ferus), tuvo la desdicha de ser domesticado por el hombre aproximadamente 3,700 años antes de cristo, en el Asia Central. Desde entonces, este noble animal ha acompañado al hombre en toda su evolución. No son pocos los hitos que marcaron la historia de la humanidad en los que el caballo tuvo una participación determinante, tanto como vehículo de transporte de personas y de carga en larguísimos e interminables éxodos, como de arrastre de herramientas agrarias… así como también en la peor de las creaciones humanas desde su existencia como especie: ‘la guerra’.

Sólo mencionaremos algunos pocos ejemplos de las miles de batallas en las que el caballo participó directamente, sufriendo millones de bajas y en similar proporción a las bajas humanas… y, obviamente, sin ninguna opción a elegir y en situaciones totalmente ajenas a su propia lucha por la supervivencia:

Los cimerios fueron nómadas ecuestres que vivieron entre los lagos Mar Caspio y Mar Aral. Alrededor del siglo XII AC decidieron (se presume que hubo una gran sequía en la zona) marchar hacia Occidente. Su avance fue catastrófico para las tribus que se les cruzaron: Sargón, rey de los asirios, murió en batalla enfrentándoles (luego se dedicaron a saquear toda la Asiria); el legendario Midas, rey de Frigia, habiendo sido derrotado, se envenenó antes de caer en sus manos; mataron al rey de Lidia Giges (el inventor del dinero) y prendieron fuego a su capital, Sardes; arrasaron a los dorios, los que a su vez marcharon al sur, expulsando a los aqueos de Grecia, ocasionando el colapso de la civilización micénica y el inicio de la Edad Media de Grecia (que duraría unos cuatro siglos, hasta Homero). Como se dijo, más que guerras de conquista, los cimerios emprendían guerras de rapiña y destrucción. Su paso por Europa causó tan honda impresión, que en lo sucesivo el Tártaro, el lugar adonde van los muertos, quedó ubicado en el Cáucaso, lugar de donde salieron los cimerios (los antiguos griegos decían que eran caníbales). No debemos olvidar que los cimerios fueron excelentes jinetes, que montaban los caballos como nadie en su época y que esta circunstancia les garantizó el éxito en sus empresas.

Alejandro Magno es considerado (aunque no unánimemente), como el más grande general de la historia. Tuvo tres grandes enfrentamientos con los persas: el Gránico, Issos y Gaugamela. Gaugamela (“cabeza de camello”) fue una batalla librada cerca de la actual Bagdad, en Irak. El ejército macedonio tenía una gran desventaja en cuanto a número de efectivos, por lo que la caballería, al mando del mismo Alejandro, llevaba el peso de la batalla. En Gaugamela, con él al frente, la caballería griega partió el flanco  persa y se dirigió directamente contra Darío, quien entró en pánico y abandonó a su ejército. Corría el año 331 AC, Alejandro le dio el tiro de gracia a los aqueménidas (la dinastía que gobernaba en Persia) y es considerada una genialidad militar.

Marco Licinio Craso fue el hombre más rico de su tiempo. Había amasado una enorme fortuna gracias a las guerras entre Sila y Mario; pero sus miras iban más allá: quería descollar en política y milicia. Así es que, si bien venció a Espartaco, no se le agradeció como a Pompeyo. Mas como quería ganar fama de gran general, preparó una campaña contra Persia. Los persas le esperaron en una llanura arenosa en la actual Turquía, dándose inicio a lo que la Historia conoce como “Batalla de Carras”. Aquí, usando de los caballos, en oleadas, los arqueros persas fueron minando al ejército romano (muy mal guiado por Craso). Al final, derrota y muerte de Craso en el año 53 AC. En esta batalla, la caballería persa llevó la mayor parte de los elogios.

Tarik o Tareg Benzema, fue un guerrero musulmán de origen beréber. Los musulmanes montaban un caballo del norte de África, (“caballo árabe” le llamarían después) que es el ancestro del actual caballo de Andalucía. La habilidad de los jinetes de Tarik sumado a la alfanje (o cimitarra), la gigante y elástica espada sarracena, fue suficiente para vencer en el 711 DC al rey visigodo Rodrigo (Roderic en gótico), en Andalucía, cerca de Algeciras, y adueñarse de España

Ya en el siglo XX, fueron utilizados como instrumentos de carga durante la primera guerra mundial… y en la segunda, tuvieron su última  -y espantosamente sangrienta-  participación militar, en la anacrónica caballería del ejército polaco, el cual fue despiadadamente exterminado por los poderosos ‘Panzer’ del ejército nazi.


III

Finalmente, son muchos los caballos que han acompañado a sus célebres amos a través de la historia: ‘Genitor’ de Julio César, ‘Lazlos’ de Mahoma, ‘Othar’ de Atila, ‘As de Oros’ de Emiliano Zapata, ‘Palomo’ de Simón Bolívar, ‘Marengo’ de Napoleón y etcétera.

En fin, pobres caballos, en mala hora para ellos fueron elegidos por el hombre para sus más sangrientos en innobles fines. La humanidad tiene una deuda impagable con el caballo… especie a la que le debe mucho a través de toda su evolución y que, lejos de recibir infinita gratitud… ha recibido mayoritariamente maltratos. El avance de la tecnología tiene ya mecanismos suficientes para reemplazarlos y retirarlos definitivamente de la milicia y de cualquier otra actividad que implique esclavizarlos y maltratarlos. Ya es hora de dejarlos en paz.



MAURICIO ROZAS VALZ

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