Tomando en cuenta la ceguera
que ocasionan las rivalidades políticas e ideológicas… y preparado para recibir
toda clase de insultos y críticas viscerales, escribo este modesto análisis
sobre el espinoso y muy de moda tema de las agendas de la Primera Dama del
Perú.
Al respecto, debe quedar
claro que nunca se debe perder la perspectiva ni el sentido de la proporción a
la hora de emitir un juicio sobre cualquier tema. El hecho de que alguien nos
resulte simpático, antipático, indiferente u odioso al extremo, nuestro
análisis y posterior juicio siempre debe ser lo más objetivo y libre de
influencias posible.
Una agenda de papel (aclaro
esto porque hoy en día se usan más las electrónicas), es algo muy parecido a un
diario, es un objeto personal muy íntimo, sagrado, personalísimo; es en sus
páginas que una persona anota no solo su rutina de trabajo con fechas y horas…
no, en una agenda también se anotan circunstancias, pensamientos, fantasías y
secretos, bocetos de versos y cartas de amor y desamor. He conocido a más de
una mujer que lleva en su agenda el control de sus fechas fértiles, de sus menstruaciones,
de su medicación anticonceptiva y demás intimidades concernientes a su vida
sexual en general. En una agenda se anotan claves, contraseñas, signos
abstractos, dibujos solo descifrables para quien los hace, resultados de
análisis médicos privados, medicaciones que uno no quiere compartir con los
demás, detalles de procesos y terapias secretos; también cuentas y
presupuestos, claro que sí.
En un diario se suelen
anotar citas que, de caer en manos indebidas, pueden interpretarse de mil
formas, la mayor parte equivocadas. En la agenda de una mujer, por ejemplo,
podría encontrarse lo siguiente: ‘jueves 14, 7 pm – Ricardo’. Si eso lo lee el
marido o el novio, al no reconocer ni asociar el nombre, lo primero que
pensarán es que se trata de un amante; si lo lee el jefe pensará que es de
alguien de la competencia o qué se yo, cuando en realidad se trata de su
dentista o de su médico o de un amigo de la universidad o del colegio con quien
tomará un café.
En fin, lo que quiero decir
es que, al margen de lo que se encuentre -o se especule- sobre los contenidos
en las agendas de la Sra. Nadine Heredia… y al margen de que en efecto se
probara que existió delito de lavado de dinero y otros ilícitos (en cuyo caso
debería ser procesada y sentenciada como cualquier ciudadano), el robo de sus
agendas personales y la posterior publicación de sus contenidos en los medios,
constituye en sí mismo una infamia sin nombre, es una grotesca violación a su
intimidad como ser humano y una humillación a su dignidad.
Finalmente, repito lo que
afirmé al comienzo de este texto porque lo considero pertinente: no debemos
dejarnos llevar por nuestras simpatías o antipatías a la hora de emitir un
juicio, ya que bajo esa influencia no veremos las cosas en perspectiva y su
real dimensión y las sacaremos de contexto necesariamente.
MAURICIO ROZAS VALZ
Excelente artículo para distender el debate
ResponderEliminarGracias Arturo. Un abrazo.
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