Sigo algunos blogs de
escritores, para mí muy buenos, pero de esos cuyas vidas los devoraron en
ocupaciones y responsabilidades a temprana edad y les fue negada la posibilidad
de hacerse populares por su talento. Entre ellos, sigo a un hombre y a una
mujer cuyas vidas han dado un giro, en un caso para bien y en el otro para mal,
con sus respectivas consecuencias literarias.
Ambos bordean los 40.
Ella,
hace un par de meses está con un novio del cual está perdidamente enamorada y
está viviendo un romance de esos poéticos y sofisticados, de esos con sinfonía,
llovizna y amaneceres azules, de esos correspondidos en similar proporción, de
esos sin desbalances ni asimetrías, sin el clásico 'tú me quieres menos de lo
que yo a ti' o viceversa. El problema está en que, las consecuencias literarias
de este gran amor, han sido nefastas. Sus últimas publicaciones son
lamentables, exultantes de dicha y literariamente pobrísimas, cohelianas,
pilarsordianas y walterrisianas... penosas.
Él, hace poco más de un mes está viviendo un drama terrible: a su hija de 17
años le han detectado una enfermedad muy seria y su vida se ha puesto cuesta
arriba. Despierta triste y se va dormir (si acaso duerme) muy triste. Escribe
de madrugada y, casi todas las noches, suelta poemas y prosas sencillamente
geniales, magistrales, uno mejor que el otro. Su producción literaria está
pasando por uno de sus mejores momentos.
Creo que ninguno de los dos
es consciente de todo esto. No tengo la confianza suficiente para decirle a él
que siga produciendo, que está en su mejor momento… ni para decirle a ella que
viva su romance a plenitud, que lo disfrute hasta el último minuto... pero que
deje de escribir un tiempo, al menos hasta que pueda leerse ella misma con ojos
de artista.
Mi conclusión es desoladora
y desalentadora. Una vez más compruebo que el arte no es amigo de la dicha, que
la alegría es un descanso que se da al agotamiento de la genialidad.
MAURICIO ROZAS VALZ
Así es, amigo. Comparto esa tesis. Las desgracias, las angustias (no puedo evitar pensar en mi gran Dostoievski) llevan a una producción literaria espectacular. La dicha, en cambio, creo que raramente traba amistad con el arte.
ResponderEliminarDe acuerdo, mi amigo. Un abrazo y gracias por comentar.
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