Estando en el mes de la
patria, creo necesario hacer un somero análisis del verdadero sentido de ‘patriotismo’,
más allá del chauvinismo y del patrioterismo simplón del valsecito del zambo Cavero,
del fútbol (de muy bajo nivel, por cierto), del piscosour y del olluquito con
charqui (como si solo supiéramos tragar).
Nuestro país, el Perú, cuya
belleza natural está más allá de cualquier debate, es un país cuya historia es
quizás la más rica de América y una de las más interesantes y variadas de todo
el mundo. Estas tierras fueron habitadas por muchas culturas preincaicas en
casi todas sus regiones. Posteriormente fueron habitadas por el Imperio de los
Incas, que no fue una tribu salvaje (como hubo muchas en toda América), fue una
civilización: con clase política, con clases sociales, con leyes, con organigrama
de poder y gobierno, con ejército y con un idioma (no dialecto), muy rico y complejo
y con un emperador (no un simple líder y caudillo, un ‘emperador’, con todo lo
que ello implica).
Posteriormente llegó la conquista, el virreinato y la
independencia. Lima fue la capital de la conquista, la sede de la corona
española y tuvo la guerra de emancipación más prolongada y sangrienta,
justamente porque se trataba de una civilización montada sobre otra
civilización, por ser la colonia que tenía al ejército realista, y además en
constante conflicto con el mestizo y el autóctono (problema que arrastramos
hasta estos tiempos). Luego la república, llena de conflictos armados con casi
todos los países vecinos, justamente por su privilegiada ubicación y la riqueza
de sus tierras. Tuvo además muchas revoluciones y asonadas hasta nuestros días.
Me considero un patriota porque
en verdad quiero a mi país, porque me gusta, porque me siento agradecido de
haber nacido en estas tierras, porque conozco algo de su historia y me fascina
la idea de saber más, de investigar más; es tan extensa y rica que me faltará
vida para saberla toda (y además se sigue escribiendo). La historia del Perú
cubre paredes y paredes llenas de tomos conteniendo millones de páginas.
Finalmente, a ti que me
dices ‘antipatriota’, porque me zurro en la selección de fútbol, te pido cortésmente
que mires el dedo medio de mi mano derecha apuntando hacia arriba. Te
recomiendo que leas a Basadre, a Poma de Ayala, al Inca Garcilaso y a
Mariátegui. De nada le sirve a tu país que el patriotismo te salga solo cuando
juega la selección (que siempre pierde), que grites –borracho- ¡Arriba Perú!, las
pocas veces que mete goles, que insultes a los chilenos o a los ecuatorianos…
si apenas termina el partido estás meando y escupiendo en las esquinas y
botando tus botellas y tus latas en la calle. De nada le sirve a tu país tu
falso patriotismo, si apenas terminas de bailar tu marinera o de llorar con tu
huaynito, estás sobornando a un policía o recibiendo una coima para hacer
alguna cochinada; si te parqueas sobre la vereda o bloqueando la rampa para
discapacitados, si te cruzas la luz roja zurrándote en los demás y estás viendo
siempre cómo sacarle la vuelta a la ley para joder a los demás y beneficiarte
tú. De nada le sirve a tu patria que salgas a la calle hecho un idiota con la
camiseta de tu equipo y la cara pintada si vas a demoler a golpes a quien ose
echar sus vivas al equipo contrario. Ese patriotismo no sirve de nada, es de lo
más estúpido.
¿Quieres ser un verdadero
patriota? Entonces empieza por leer a nuestros historiadores, a nuestros cronistas, a nuestros
escritores y a nuestros poetas; visita nuestros museos, conoce a nuestros
artistas y sus obras, lee la Constitución Política para que tengas una puta idea de dónde
estás parado y trata al menos de portarte bonito, ¿te quedó claro?
Bueno… ahora sí.
¡Feliz 28 de julio!
¡Felices fiestas patrias!
¡Viva el Perú carajo!
MAURICIO ROZAS VALZ