La muchacha alegre caminaba por el mundo. Antes fue
una niña alegre y luego fue una jovencita alegre. Se entregaba al amor sin
dudas ni restricciones. No fue entrenada en mentiras. No estaba apta para el
mundo y pronto comenzó a entenderlo.
Preguntaba a los adultos, ¿A quiénes les dicen
putas? - A las chicas como tú... le
respondieron. Le enseñaron a llorar en dos minutos, a mentir y a calcular en
unas horas. Envidiada y detestada. Ya no era la niña alegre
Hoy es una ‘buena chica’, hipócrita y mentirosa.
Como debe de ser, como tiene que ser.
Aquella muchacha alegre ya no andaba por el mundo.
MAURICIO ROZAS VALZ