Vistas de página en total

martes, 27 de agosto de 2013

EL AMOR ES OTRA COSA








No digas que no te gusta el amor
No mientas
No llames pragmatismo a tu cobardía
No digas que es mentira, que es un mito
Porque sabes bien que eso es mentira

No reduzcas el amor a una cama
Ni al deseo ni al orgasmo
Eso lo hace todo el mundo
Y no todo el mundo ama

El amor es otra cosa
No tiene culpa de que lo hayan pervertido
Ni que lo hayan denigrado ni que lo hayan humillado

El amor es otra cosa
Se trata de ti y de mí
Se trata de nosotros, sí, de nosotros
No metas a tu tía ni a tu amiga ni a tu ex
Se trata de nosotros

El amor no es la telenovela
Ni la balada cursi ni la parejita farandulera
El amor es el poema de Gabriela y de Alfonsina
Es la novela de Tolstoi y de Flaubert
El poema de Pablo, de Gustavo Adolfo y Sabines
La sinfonía en el pecho
La piel erizada
La agitación

El amor es elitista, refinado, de buen gusto
Es el susurro en el oído
La carta desesperada
La angustia de la espera
La emoción del encuentro
Y el dolor del desamor

No digas que no te gusta el amor
Porque sé que no es así
Sabes bien qué es el amor
Sí, justamente es eso, ya te dije
Se trata de ti y de mí
Se trata de nosotros, sí, de nosotros



MAURICIO ROZAS VALZ



domingo, 25 de agosto de 2013

LA NOVIA ETERNA







Hoy vino la novia eterna
la otrora joven y bella
que regalaba sonrisas

Traía pena en sus manos
que sostenían seis rosas
marchitas como su piel

Sus ojos ya no brillaban
solamente reflejaban
odio, pena y frustración

Ayer fue su aniversario
cumplía veinticinco años
con el veintiúnico novio,
que aún no compra el anillo
quien jura que el próximo año
todo se hará realidad

La novia eterna pregunta
con amargura en la voz
¿cómo se siente el amor?


MAURICIO ROZAS VALZ

viernes, 23 de agosto de 2013

TRISTEZA








Hoy me abraza la tristeza
Y le doy la bienvenida
Y prometo no ofenderle
Invocando a la alegría

Lágrimas que no he de secar
Soledad que no ansía compañía

Tampoco quiero dormir
Y perderme este momento
Lleno de sombras y olvido

Sombras que puedo ver
Y olvido que no me consta

Voces que intento escuchar
Y recuerdos maquillados

MAURICIO ROZAS VALZ

domingo, 4 de agosto de 2013

INGRATITUD







Sucedió hace poco más de tres años. Me llamó para saludarme por mi cumpleaños (siempre lo hacía, religiosamente).  No sé si alguna vez estuvo enamorada de mí, sinceramente me parece que no, al menos nunca lo percibí así, pero creo que ninguna mujer  -descontando a mi madre- me había querido tanto, me tenía una devoción y admiración exageradas y que lograba avergonzarme porque nunca creí merecer algo así, mucho menos corresponder. Llegué a sentirme espiritualmente pobre, ya que a pesar de haber amado más de una vez en mi vida, nunca sentí por nadie la idolatría que ella me profesaba.

En aquella llamada me invitaba a cenar, me dijo que tenía algo que contarme y además una sorpresa, siempre contenta, siempre graciosa. Creo que eso también nos hacía tan distintos, ella siempre andaba muy contenta y de buen humor y yo casi nunca. Nació para soportar durísimos golpes sin perder la sonrisa;  golpes que para mí hubieran sido devastadores. En fin, quedamos para vernos al día siguiente, ya que esa noche yo ofrecía una fiesta en casa, a la cual, ella, por supuesto que no había sido invitada.

La noche siguiente fuimos a cenar a un restaurant en Barranco. Me regaló una fragancia carísima, me contó que la habían ascendido en su trabajo y que estaba muy contenta. Luego yo le conté de mi vida, siempre perturbada pero no menos llena de sueños, de algunas desventuras amorosas y una que otra dolencia, lo que ella escuchaba con su eterna y dulce sonrisa acariciándome las sienes con la ternura de siempre. Es curioso, nunca nos habíamos besado en los labios y mucho menos nos habíamos acostado, siendo ella particularmente atractiva, nunca logró despertarme esos deseos.  Bebimos varios vinos, salimos del restaurant y compramos una botella más para beber en el auto escuchando música frente a su casa, ambos disfrutábamos mucho ese ritual,  acabado el vino me abrazó, me dio un beso en la mejilla derecha y  bajó del auto muy contenta  (a veces, confieso con vergüenza que tenía gestos y actitudes crueles con ella para que se resienta conmigo, nunca pude conseguirlo).  

Fueron muy pocas las veces en todos esos años que yo la llamé; siempre lo hacía ella. Nunca la incluí en una lista de invitados a las fiestas que ofrecía en casa por mi cumpleaños  (extraños y crueles suelen ser los afectos, muchas veces, mientras más alguien nos quiere, menos la tomamos en cuenta y viceversa). 

Hace un año, justo el día de mi cumpleaños desperté pensando en ella. Por equis circunstancias necesitaba de su voz y de su risa más que nunca.  Dieron las cero horas y mi día pasó sin recibir su llamada; pensé que lo haría al día siguiente, pero tampoco sucedió.  Era la primera vez en doce años que eso ocurría, imagino que la vida me pasó la factura por mi gélida ingratitud, merecido que lo tengo.


MAURICIO ROZAS VALZ